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El costo del delito

Además del inquietante clima de violencia e inseguridad que impone el alto índice delincuencial en el país, resulta desastroso el alto precio que la economía nacional tiene que pagar por ello.

En 2018 se registraron 24 millones 700 mil víctimas de diversos delitos, lo que generó un daño a la economía estimado en 1.54 por ciento del producto interno bruto (PIB) nacional.

Los datos son los arrojados por el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), que contabiliza un incremento de 27 por ciento en el robo casa-habitación; 20 por ciento más en robos al trasporte público; 8.58 por ciento a negocios y 3.17 por ciento a trasportistas.

Estas cifras correspondientes a 2018 no han podido ser disminuidas en lo que va de 2019 por lo que se presentan como el más importante pendiente de la administración del presidente López Obrador.

Él mismo ha reconocido y puesto su empeño en abatir los elevados índices delincuenciales, que, en el caso de los homicidios dolosos, apenas en agosto pasado pudieron contenerse en relación a los registrados en el mes anterior de julio.

Se requiere más que empeño para combatir el delito y la inseguridad pública, el daño económico no es sólo a las personas sino también a la nación, en su economía y en su moral.

AHORROS

En lo que sí vamos mejor es en el combate a la inflación que llegó a ubicarse en niveles cercanos a 5 por ciento y que en la primera quincena de septiembre se ubicó por abajo del piso de 3 por ciento.

Por primera vez desde septiembre de 2016, el INPC, bajó de 3 por ciento con una tasa anual de 2.99 por ciento, lo que es muy alentador.

Estos resultados permiten augurar que el Banxico reduzca hoy su tasa de referencia, por lo menos en un cuarto de punto base para ubicarlo en 7.75 por ciento anual.

Esto mismo podría liberar algunos capitales para la inversión de riesgo, al poder ser más atractivo iniciar proyectos productivos que solo mantener tasas fijas poco atractivas.

Además si los inversionistas estiman mejores caminos para acrecentar sus capitales podrían apoyar programas de inversión federales  y alentar el crecimiento económico, que tanto le hace falta al país.

Claro que para ello, es necesario que el sector privado tenga además la voluntad de invertir y no seguir escamoteando su apoyo al desarrollo nacional.

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JJ/I