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Los privilegios de Javier Duarte

Las primeras observaciones hacia los privilegios de Javier Duarte de Ochoa en el Reclusorio Norte tenían que ver con la ropa y los zapatos de marca que le permitieron usar, a diferencia del uniforme del resto de los presos, además de la comida comprada en restaurantes.

Pero luego siguieron las llamadas telefónicas y cartas enviadas a noticieros; un tiempo después se leyeron sus tuits y concedió entrevistas a televisoras.

¿A cuántos presos se les permite contar su versión mediáticamente? ¿Quién cree que la actividad que se registra en su cuenta de Twitter la hacen terceros siguiendo sus instrucciones? ¿Alguien se imagina al ex gobernador parado ante un teléfono fijo de uso común comunicándose con su equipo a la hora que sea para dictarles lo que desea tuitear?

En julio, Jorge Yunis Manzanares, ex subprocurador de Justicia de la zona de Veracruz, cuestionó el acceso a los medios de difusión. “Estamos en México”, expuso al señalar las fallas del juez de reclusión que debe ser el encargado de que no pasen este tipo de cosas.

Nadie lo hace más que el ex gobernador o al menos no de esa forma, porque podría hacerlo, hablando de políticos presos, Rosario Robles o Roberto Borge Angulo o podría haberlo hecho Guillermo Padrés, por citar ejemplos. La ex secretaria de la Sedesol a lo más que ha llegado fue a enviar una carta al presidente Andrés Manuel López Obrador, que fue leída por su hija ante los medios.

Yunis Manzanares precisó que en el momento de una detención se pierden los derechos políticos y eso es lo que se ha visto en general, pero no con Duarte, quien en Twitter ha llegado hasta las amenazas veladas. En una de sus publicaciones colocó una foto de dos reporteros veracruzanos que aparecen con el ex fiscal Jorge Winckler. El ex gobernador escribió: “Saludos cordiales a @ChispitaMX”, cuyo nombre es Gabriela Rasgado, una reportera que denunció ante López Obrador que los periodistas están siendo acosados por el actual gobierno y quien tuvo que recurrir a la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas en busca de seguridad y responsabilizó al gobernador del estado y al presidente de lo que pudiera pasarle a ella o a su familia.

Gabriela Rasgado ganó en 2014 el Premio Nacional de Periodismo Rostros de la Discriminación por su serie de reportajes Tráfico de Migrantes, después se enfocó en el tema de fosas clandestinas en el estado. En la administración de Duarte fue crítica de su gestión, tanto que éste la bloqueó de sus redes sociales, así que el tuit del ex gobernador con su foto no pudo tomarlo más que como un intento de amedrentarla.

Las canonjías de Duarte se están ligando a la cuarta transformación. Él mismo, en la entrevista con Televisa, habló de su acercamiento con la Fiscalía General de la República. Dijo que se reunió con funcionarios de la institución, encuentro que calificó como una primera plática y sin abogado, con el fin de entregar información sobre hechos delictivos de la administración pasada.

El ex gobernador afirmó que no está pidiendo ningún beneficio a cambio de la información y que sólo lo hace porque es su obligación ciudadana y porque no le debe lealtad a nadie.

Duarte ya soltó el primer capítulo de una trama señalándose como el sacrificable de Enrique Peña Nieto para que no lo acusaran de corrupto y tener una cortina para ocultar escándalos como el de la Casa Blanca.

Las siguientes entregas en las que dice que dará a conocer los hechos de corrupción en los que sólo siguió órdenes ya se verá si las sigue contando desde la prisión o en libertad.

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JJ/I