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La anécdota sobre el destino

En el libro que recoge la historia de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi) por sus diez años de trabajo en Jalisco, se incluye una interesante intervención de Felipe Vicencio Álvarez, cuando se discutía la llamada Ley Televisa en la Cámara de Senadores, en donde hablaba de la visión de Estado, cuando se apuesta a la anécdota y no al destino.

El ex senador panista, quien murió en 2012, señaló que sacar adelante una reforma que atentaba contra dos derechos importantes, el derecho a la información y a la libertad de expresión, porque estaban en puerta las próximas elecciones, significaba anteponer un asunto anecdótico, como es una campaña, a lo que necesita la nación, que es definir su destino.

En esa reflexión podríamos ubicar muchas de las decisiones que toman las autoridades. Su visión de Estado pone por encima la anécdota antes que el destino.

Por eso nuestros gobernantes hablan de adversarios políticos cada que intentan justificar sus errores, sus omisiones o las deficiencias en el desempeño de su trabajo. Viven en la anécdota de la contienda partidista, en lugar de entender la responsabilidad que tienen en la definición de nuestro destino.

El discurso de los adversarios políticos cansa y no convence. Incluso a quienes simpatizan con esos actores políticos terminan por dejarlos a su suerte y ni siquiera se atreven a gastarse un me gusta o un retuit en redes sociales. Aunque para esos están las cuentas que sus equipos de comunicación crean.

La anécdota política se ha convertido en una salida para el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero también cada vez más frecuente para el gobernador Enrique Alfaro Ramírez, quien ve a todos los que no son sus colaboradores, a los ciudadanos y, especialmente, a los medios de comunicación, como adversarios políticos. Como si estuviera en campaña.

Enrique Alfaro trabajó mucho políticamente para ser gobernador. Lo intentó una vez, sin éxito, pero finalmente ganó en las elecciones del año pasado. El paso que se esperaba seguiría es el de tener a un gobernador que se preparó para serlo, para definir destino, no para atorarse en la anécdota.

En el servicio público es un lugar común la frase “el poder desgasta”, pero no tendría que ser tan literal. Las crisis que ha enfrentado el actual gobierno han sido atendidas por el gobernador, de cara a los ciudadanos, con regaños, descalificaciones y pleito. Como si todavía estuviera en campaña.

La cobertura de los medios de comunicación abarca también esas crisis, aunque a las autoridades les incomode. Pero en todas las ocasiones, sin excepción, lejos de argumentar o explicar la forma en que se enfrentarán esas crisis, su equipo de comunicación ha optado por un video difundido a través de redes sociales plagado de reclamos y enojo.

Enrique Alfaro tiene razón cuando dice que la inseguridad no comenzó en su gobierno. También cuando afirma que le dejaron problemas en diferentes áreas, en salud, en educación, en carreteras. Sin embargo, lo que los ciudadanos esperan no es un gobernante quejumbroso, que encuentra alternativas para librarse de la responsabilidad. Lo que Jalisco necesita es que los problemas se atiendan y no solo conceptualizándolos con términos como la “refundación” o los “cambios históricos”. Algunas veces bastaría la simple atención de un funcionario público que haga correctamente su trabajo.

“Sé que no es posible comprometer el destino por la anécdota. Hoy las elecciones próximas por más angustias y preocupaciones que nos provoquen, son solo anécdota frente al destino de construir nuestra nación y fortalecer nuestras instituciones”. Esta es la cita de Felipe Vicencio. Ojalá hubiera más políticos que entendieran la diferencia.

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JJ/I