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Comprar local sería mejor

Para los más de cien sellos editoriales independientes que hay en México es una utopía participar en licitaciones para abastecer las bibliotecas públicas nacionales. Estos concursos deberían ser un trámite convencional, pero cuando se conocen sus retorcidos detalles se ve de frente la perniciosa cara del centralismo, la burocracia y la corrupción.

Por ejemplo, todos los trámites deber efectuarse en ventanilla, en día determinado y en la capital, así que ay de aquel que haya olvidado algo o que necesite un documento no solicitado. Después de trámites y revisiones, el resultado será infructuoso al ver las listas de los seleccionados: ganaron los mismos de siempre, las trasnacionales, cuyos representantes son doctores en cabildeo.

En lo tecnológico, también hay muestras del mismo proceder. En el sexenio anterior hubo en exclusiva un contrato con una plataforma electrónica que gestionaba préstamos de libros, pero sólo con editoriales de su grupo trasnacional. Y otro caso reciente fue revelado por el propio director de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas (RNBP), Marx Arriaga, pues dijo que hay un contrato millonario con una empresa de contenidos electrónicos que cobró pero nunca operó la plataforma desde hace alrededor de diez años.

Así las cosas, para un editor en pequeño la opción de vender al Estado, a las 7 mil 458 bibliotecas de la RNBP, en papel o en electrónico, es un sueño más que guajiro, a pesar de que la titular federal de Cultura, Alejandra Frausto, haya  señalado que se pretende incrementar el presupuesto de adquisiciones 20 por ciento más para 2020.

El tema es peor si pensamos que los estados no proponen ni eligen libros para sus ciudadanos, mucho menos ejercen presupuesto propio ni federal para, de manera autónoma, licitar; y luego los estados, junto con los municipios, administran los espacios y al personal, pero desatienden la conformación y reposición de los acervos, ¡al cabo de eso se encarga la federación!

La federación y los estados deberían ejercer mejor sus recursos, transparentar sus decisiones e incluir a las empresas locales (léase editoriales independientes) en sus planes de adquisiciones, pues la realidad del libro ya no es solo vertical: peninsular o trasnacional. Al contrario, nunca como antes ha sido tan horizontal y local como ahora.

@LibracoFP

JJ/I