INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

El último gran 'tlamatini'

Conocí al doctor Miguel León-Portilla en 2005. Yo trabajaba en la Dirección de Cultura de Zapopan, en proyectos especiales y por azares del destino me encomendaron encargarme de la producción de un coloquio del Colegio de Jalisco, cuya sede quedaba justo en el centro de Zapopan.

Me tocó además de la producción del evento, atender personalmente al invitado que impartiría la conferencia magistral que le daba el nombre al coloquio Las Vírgenes de México. Pasé muchas horas con el maestro no sólo en las actividades oficiales, sino en cada paseo que quería dar por el Centro de Zapopan donde me tomaba del brazo y me regalaba una sonrisa. Compartimos varias comidas y su ritual era el mismo: un JB en las rocas con dos hielos en un vaso old fashioned como aperitivo.

La experiencia de conocer a Migue León-Portilla marcó mi vida. Era un gran conversador del que no te querías perder palabra; un hombre con un gran sentido del humor, con una memoria prodigiosa y una humildad fuera de serie. Me regaló todos sus libros firmados y los dedicó: a mi ángel de la guarda. Años después le entregamos el Premio Juan de Mairena en el marco del Verano de la Poesía y posterior a eso la Universidad de Guadalajara le otorgó el Honoris Causa. En cada ocasión fue el mismo personaje sabio, generoso al extremo, atento y curioso de las personas en general. El amor que le profesaba a su mujer y ella a él era conmovedor.

Cuando le comunicamos la intención de premiarlo en aquel Verano de la Poesía se sorprendió y externó que él no había escrito poesía destacable. Le hicimos saber que este premio era por sus contribuciones a la difusión de la poesía náhuatl, entre otras cosas. Gustoso aceptó. Yo aún recuerdo la emoción de estar con él ante un Paraninfo medio lleno. La poesía no convoca masas.

La cena posterior ocurrió en un restaurante de la ciudad donde compartimos con él y los miembros  del Consejo del Verano de la Poesía una inolvidable velada. En algún momento llegó Fernando del Paso al lugar. Historias de otras épocas.

Miguel León-Portilla dedicó su vida a difundir el pensamiento náhuatl dando visibilidad al punto de vista indígena en la historia oficial, combatiendo el injusto lugar que se le ha dado. Nadie como él fue tan riguroso, tan entregado, tan consistente en su estudio. Un humanista enorme.

Hoy fue velado en el Palacio de Bellas Artes el último gran tlamatini.  

[email protected]

JJ/I