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El foro consultivo

En lo que ha sido una batalla de ruedas de prensa y boletinazos, el conflicto entre el Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCYT) y el Conacyt alcanzó su punto más álgido el 27 de septiembre.

Un juez de distrito concedió al foro una suspensión provisional obligando al Conacyt a entregarle los recursos necesarios para su operación, mismos que estaban suspendidos desde julio pasado con el argumento de que, al tratarse de una asociación civil privada, el gobierno tiene por qué darle presupuesto.

Lo extraño de ese razonamiento es que la conformación y actividades del Foro están reguladas con toda claridad por la Ley de Ciencia y Tecnología vigente en el país, misma que en su artículo 38 señala el deber de Conacyt de asignarle presupuesto para garantizar su operación permanente, aunque se trate de gasto corriente.

Es verdad que lo legal no necesariamente es legítimo y parte del problema tiene que ver con que, por su naturaleza técnica y especializada, muchas personas no saben qué es el Foro Consultivo. Como lo dice su nombre, el Foro es principalmente una entidad de consulta para el propio Conacyt, así como otras instancias del gobierno federal y del poder legislativo, principalmente en lo que tiene que ver con las políticas públicas para ciencia, tecnología e innovación.

La petición del Foro para su presupuesto anual era de 33 millones de pesos. ¿Es esa cantidad lo mínimo necesario o un gasto que se puede suprimir? Depende. Días antes de que el juez otorgara la suspensión, la titular del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, tuvo una aparición en el programa de Canal Once, John & Sabina, en el que ofreció mayores detalles sobre las directrices que emprenderá en materia de financiamiento a proyectos científicos. Aprovechó, también, para justificar los recortes que ha venido haciendo el Conacyt.

Algunos científicos han interpretado las acciones contra el FCCyT como una forma de frenar las críticas. Los simpatizantes de la actual administración responden que el Foro es un organismo innecesario. En aspectos técnicos, el debate tiene que ser más sustancioso. Si el Conacyt pretende dejar de sostener a una entidad como el foro, ¿cómo es que se articulará una política científica que incluya voces críticas y disidentes? En este conflicto, lo que sí queda muy claro es que la comunidad científica y tecnológica es todo menos homogénea.

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JJ/I