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1492 en 2019

El sábado se cumplieron 527 del denominado descubrimiento de América, encuentro de dos mundos, conquista del paraíso o cómo se le quiera llamar a la llegada de los europeos a lo que más tarde se le llamaría América. ¿Qué hubieran dicho los principales agentes económicos de la actualidad si hubiesen estado presentes en un imaginario México de aquel entonces o, dicho de otra manera, qué dirían ahora si de repente una inmensa potencia tecnológica interplanetaria viniese a tomar el control de nuestro territorio?

Una primera posibilidad es la que podrían exponer algunos grandes señores de la riqueza que podrían ver en esta intervención una suerte de oportunidad de negocio. Ellos podrían interpretar la noticia más o manos de la siguiente forma: “la interplanetarización de nuestras economías es irreversible y debemos de asumirla no sólo como reto sino como oportunidad. Podremos exportar nuestros productos y a cambio acceder a nuevas y más poderosas tecnologías que incrementarán nuestra productividad, la inversión transplanetaria directa, el empleo y nuestro desarrollo. Además, dada la corrupción natural de nuestra cultura, la llegada de nuevos socios comerciales permitirá desplazar las acciones tramposas e ineficientes de nuestros tlatoanis, por la incorporación eficiente de nuevos inversores conocedores de los mercados universales. Nuestra tarea fundamental es fortalecer nuestro atractivo ante tales inversores, para elevar nuestra competitividad y alianzas tanto privadas como público-privadas con ellos, lo que permitirá impulsar nuestro desarrollo hasta llegar a ser una potencia media interglobal en el mediano plazo”.

Otra reacción local podría ser la de establecer una negociación ganar-ganar con los nuevos llegados, a cambio de enfrentar al anquilosado poder local.

Una tercera postura podría ser la de la defensa a ultranza de nuestro espacio: “¡No pasarán!, este nuevo imperialismo no podrá con nuestra gran cultura y aunque esto nos cueste sangre, hambre y aislamiento, debemos de protegernos”.

¿Habría de la posibilidad de fortalecer nuestras capacidades de defensa de nuestra sociedad, no en términos de preservar el poder de quienes lo tienen, sino de una organización más equitativa e igualitaria? El pasado no cambia, pero el conocimiento del pasado podría enseñarnos nuestras opciones de futuro.

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JJ/I