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El nuevo servicio público

Está de moda en el círculo de la política hablar de novedades, de ruptura con el pasado, de la necesidad de un cambio de régimen; sin embargo, no está claro a qué se refieren quienes nos proponen esa perspectiva. Y como no se trata de cambiar por cambiar, porque eso puede traer consecuencias imprevistas e indeseables, valdría la pena darnos a la tarea de pensar y soñar cómo quisiéramos que fuera ese nuevo mundo que nos ofrecen.

Al respecto, quiero retomar una propuesta elaborada por Robert Denhard y Janet Vinzant Denhard hace ya casi 20 años, que denominaron el Nuevo Servicio Público, la cual es el resultado de sus investigaciones sobre cuál modelo parece ser más eficiente cuando se trata de atender de los problemas públicos: la administración pública tradicional, el modelo neoliberal privatizador o un servicio público democrático.

Denhard y Denhard encontraron que el mejor modelo es el democrático, y por eso lo traigo a colación, ya que podría propiciar un cambio a favor de los millones de mexicanos que han quedado excluidos de los beneficios que debería reportarles el pertenecer a una de las economías más importantes del mundo. Dicha propuesta se basa en siete principios que comentaré a continuación.

Servir más que dirigir. Cada vez cobra más importancia el rol del servidor público como auxiliar de la ciudadanía en la articulación de sus intereses, más que tratar de controlar o dirigir a la sociedad hacia nuevos rumbos.

El interés público debe ser el objetivo por alcanzar, no el resultado secundario. A quienes les corresponde administrar lo público deben contribuir a la construcción de una noción compartida de lo que es el interés público. En vez de propiciar la búsqueda de remedios privados a los problemas públicos es necesario aprender a ser corresponsables en la atención a los problemas que nos afectan de manera colectiva.

Pensar estratégicamente y actuar democráticamente. Las políticas y programas públicos que atienden las necesidades sociales pueden ser más efectivos si se realizan a través de esfuerzos colectivos y procesos colaborativos.

Servir a ciudadanos, no a clientes. El interés público es el resultado de un diálogo acerca de valores compartidos, más que de la suma de los intereses individuales. Por eso es que los servidores públicos no deben solamente responder a las demandas de los “clientes”, sino enfocarse en la construcción de confianza hacia y entre la ciudadanía.

La rendición de cuentas no es simple. Los servidores públicos no deberían estar atentos a las “señales del mercado”, sino que deben hacerse cargo de lo que dicen las normas, leyes, valores comunitarios, estándares profesionales, y los intereses y derechos de la población.

Valorar a la gente, no sólo la productividad. A la larga, es más probable que las organizaciones públicas, y las redes en las que participan, logren sus objetivos si se guían a través de procesos de colaboración y liderazgo compartido, basados en el respeto a las personas.

Valorar a la ciudadanía y al servicio público por encima del emprendimiento. Los intereses públicos se atienden mejor cuando se cuenta con servidores públicos y ciudadanos comprometidos con hacer aportes significativos a la sociedad, que cuando se tienen gerentes actuando como si el dinero público fuera de su propiedad.

No considero que estas propuestas sean un remedio universal, pero valdría la pena discutir su pertinencia para nuestra entidad, para empezar a implementar las que vengan al caso, porque si no hay prácticas distintas no habrá transformación ni refundación ni ningún otro cambio real.

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@albayardo

JJ/I