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Hartazgo

No hay otra región en el planeta en la que se haya seguido al pie de la letra el conjunto de recomendaciones de política económica diseñadas por las grandes instituciones comerciales y financieras en favor de la liberalización económica; no hay otra región en que la concentración del ingreso y de la riqueza sea mayor, con excepción de países específicos como Sudáfrica; no hay región más supuestamente católica y desigual e inequitativa. América Latina conjuga formas de producción de todos los siglos.

Es cierto que se han presentado excepciones, pero frecuentemente han estado también cargadas de corrupción, ineficiencia y autoritarismo. Estos factores son ambidiestros, se presentan en regímenes de derechas e izquierdas.

Los levantamientos populares y los éxodos de Venezuela y Nicaragua han sido objeto de una gran difusión mediática. No así los de Honduras o de los países donde gobiernan autoridades disciplinadas a las lógicas predominantes del poder económico.

Sin embargo, lo que hemos presenciado es inédito: los levantamientos en Ecuador y Chile nos recuerdan lo que ocurrió en México en 2017 y dan cuenta de la superficialidad de los gobiernos cuando consideran que la gasolina es un producto de consumo de los ricos. En el INPC de México, la gasolina de bajo octanaje es el segundo producto de mayor peso en el consumo, sólo después de la vivienda.

Las grandes cadenas de medios y las calificadoras aplauden las políticas del gobierno de Moreno frente al anterior, de Correa. Sin embargo, los ecuatorianos no piensan igual. El echarle la culpa de las movilizaciones al gobierno anterior implica negar la responsabilidad de la política económica del actual.

Sin embargo, el caso más extremo es el chileno: frecuentemente se idealiza la estrategia económica como la mejor muestra del éxito de la liberalización económica. Sin embargo, el aumento de precios de los energéticos y del transporte, la crisis de la seguridad social o la elitización de la educación y de la salud, junto con niveles extremos de concentración del ingreso y de la riqueza, dan muestra del resultado frecuentemente oculto de tal estrategia.

Esta nota la escribo a la espera de los resultados electorales en Argentina y Uruguay. La historia sigue.

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JJ/I