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Confirmaciones peligrosas 

En un país que día a día se acerca más al extremismo, la reflexión en y sobre el rol de los medios de comunicación es fundamental. 

Andrés Manuel López Obrador y Enrique Alfaro Ramírez tienen una relación dispar con el periodismo y los periodistas. 

El presidente de México se refugia en sus mañaneras para imponer la agenda mediática nacional, mismas que sirven para reafirmar, exclusivamente, la fe de sus conversos. 

Sin embargo, ante preguntas adversas se lanza con frases y adjetivos que repite una y otra vez: separa, distancia y rompe con los que piensan distinto. 

En cambio, el gobernador de Jalisco no suele disfrutar de las luces de las cámaras. Ante la diferencia, ataca, repudia y se esconde detrás de sus redes sociales. 

Ambos tienen sus fieles seguidores y bots que los apoyan en cada aliento. El sociólogo español Manuel Castells nos ofrece una herramienta para entender tales fenómenos.  

En entrevista con el periodista argentino Jorge Fontevecchia, Castells afirma: “Nos relacionamos con los medios para confirmarnos más que para informarnos. Cuando hay algo que rompe fuertemente lo que pensamos y que no tiene vías institucionales de expresarse, culpamos al mensajero, no al mensaje, ni al origen del mensaje. A veces sucede por deformación de la percepción. No se deforma el mensaje, sino la propia percepción. ¿Cómo me dicen esto si yo siento otra cosa? Ahí se produce un choque emocional y puede surgir una reacción violenta, cuando se conmociona todo de tal manera que puede ponerse incluso en riesgo la vida”. 

Y esto confirma con las del estribo: 

“Lo que no hay es sociedad que quiera reconocer esa guerra. Somos esos turistas que vendrán a la FIL, transitando sobre cadáveres embolsados en busca de libros, tequila y mariachis, tóquense Fosalajara-Fosalajara”. 

El notable periodista tapatío Salvador Camarena escribe así para El Financiero. Es sólo una advertencia. 

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“Denunciamos la presión ejercida por @EnriqueAlfaroR y su gobierno a los medios participantes en la verificación de su primer informe. Lamentamos estas prácticas que coartan la libertad de expresión en un México tan necesitado de medios libres #CensuraDeAlfaro”. 

Esto se leyó en la cuenta de Twitter de Veri_ficado, misma que hizo un amplio análisis del discurso del gobernador. Ejercicio que no cayó nada bien en Casa Jalisco. El reportero Adrián Montiel sepultó cualquier intento oficial para acallar la labor: “Pese a la censura de su gobernador y colaboradores más nocivos, la chamba ya se hizo y hay que difundirla y que se conozca”. Sea. 

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El fumigante contra el dengue pasó de estar caduco a una elevada estrategia de comunicación. El secretario de Salud estatal, Fernando Petersen Aranguren, así quiso atajar el tremendo desliz: “Se señaló caducidad porque nos dijeron que teníamos, por una estrategia de comunicación, (que) ir en ese sentido”. Vaya un SIC enorme para el doctor. 

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“Si dar atención preferente a indígenas es ser racista, que me apunten en la lista”. 

El presidente, en calidad de morenísima santidad, aclara de nuevo desde Palacio lo que en realidad quiso decir. 

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“Cuando las personas son criminales deben ser tratadas de acuerdo a eso. Es la única manera. ¿Hacerlo con abrazos?... A un criminal le puede gustar que lo abracen, pero si cometen un crimen deben ir a la cárcel o pagar”. 

Robert de Niro hizo tal declaración a Carlos Loret de Mola. El actor, que seguramente cosechará de nuevo loas y premios gracias a su actuación en El irlandés, desmenuza (y hace papilla) la sesuda estrategia de seguridad nacional. 

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jl/I