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¿Mexicoamericano? 

En los Estados Unidos habitan más de 30 millones de migrantes de origen mexicano, de primera, segunda hasta tercera generación. Se han conformado familias mexicanas que tienen hijos nacidos en México y los Estados Unidos. Algunos, los menos, han viajado a México a visitar algún familiar, otros nunca han conocido la tierra de sus padres porque éstos viven y trabajan de forma irregular en la sociedad estadounidense. 

Esta población mexicoamericana, alguna autorreconocida así, ha crecido en un ambiente de añoranza por la vida y cultura mexicanas transmitida por la familia, particularmente a través de la comida, las tradiciones y el idioma, sin embargo, muchos, sobre todo los jóvenes, no conocen las historias migratorias de sus padres, y cuando las conocen se conmueven al conocer la experiencia que tuvieron. Son historias similares de muchas familias: llegaron en circunstancias muy difíciles a los Estados Unidos para buscar mejores condiciones de vida que las que tenían en México. 

Estos mexicoamericanos reconocen los valores que les han inculcado su padre y su madre, el respeto hacia ellos y la importancia de la convivencia familiar, hablan español principalmente en casa con su familia; las madres les dicen: “En mi casa de la puerta hacia adentro hablan español… de puerta hacia fuera, como quieran”. Cuando hemos platicado con varios de estos jóvenes no se sienten cómodos comunicándose en español, algunos con timidez dicen que no lo hacen correctamente, porque el idioma que ellos aprendieron en la escuela y el que deben de hablar en cualquier lugar que vayan es el inglés, pero reconocen que tienen prácticas híbridas con su familia, en la escuela, en el trabajo e inclusive en sus relaciones sociales y afectivas tienen sangre mexicana nacida en suelo estadounidense; dicen que pertenecen ambas culturas, aunque no se les reconozca plenamente ni en México ni en los Estados Unidos. 

Por lo regular, se identifica a la población mexicana en los Estados Unidos realizando actividades laborales en el campo o trabajando en algún restaurante o en otra actividad de baja calificación, pero también existen los jóvenes que desean convertirse en universitarios, tener un desarrollo profesional; algunos, conscientes de las ventajas que confiere tener doble ciudadanía, están pensando que pueden estudiar en ambos lados de la frontera y conocer más el México transmitido por las historias familiares. 

Esta población estadounidense de padres mexicanos vive un contexto de política migratoria adversa, toda vez que su familia se enfrenta cotidianamente a los embates de xenofobia y racismo, porque alguno de sus padres o hermanos viven y/o trabajan de forma irregular, saben que pueden ser deportados en cualquier momento y que la familia puede ser separada; sin embargo, no se quiere hablar mucho de esto, como dice María: “No hablamos de eso, porque trae mala suerte”, pero otras familias la mencionan como una posibilidad y están pensando en estrategias que puedan afectarlos lo menos posible, fortaleciendo las redes sociales y familiares que aún conservan en México. 

Algunos jóvenes estadounidenses de padres mexicanos que están en las universidades desean permanecer en el país en que nacieron y que los ha formado. Se están esforzando y luchando por ganar un espacio en la sociedad estadounidense, para que se les identifique y reconozca su pertenencia a una cultura diferente que están construyendo, para la cual aún no tienen un nombre, y que probablemente vaya más allá de lo tradicionalmente conocido como mexicoamericano. 

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