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La desconfianza viralizada 

El caso del plagio y la reaparición del niño Alan Mauricio provoca una serie de reflexiones e inquietudes en cualquier ciudadano respecto a la autoridad. 

Desde el inicio todo fue caótico. Y el final provocó una serie de reacciones de indignación entre la mayoría de las personas que comentaron la transmisión de la rueda de prensa del fiscal Gerardo Octavio Solís Gómez, comunicando que la víctima estaba a salvo. 

Empecemos por el final. El fiscal podría haber negado la versión de que el niño llegó a su casa en un taxi, pero no lo hizo. Esta versión hacía pensar a los usuarios de redes sociodigitales que presenciaron el mensaje que el mérito de haber recuperado al niño no fue de la fiscalía. 

El triunfo hubiera sido que diera a conocer la liberación del niño con motivo de un operativo, habiendo localizado el lugar donde estaba plagiado. Sin embargo, el fiscal narró que en varios momentos los agentes les pisaban los talones a los plagiarios, pero estos se adelantaban a los investigadores y movían a la víctima a otra ubicación. Es decir que los responsables del plagio estaban siempre un paso adelante de las personas de la fiscalía. 

La versión del taxi incluía datos acerca del padre de Alan Mauricio vendiendo parte de su patrimonio para pagar el rescate, lo cual ciertamente no sería un triunfo para la Fiscalía Estatal. 

El fiscal también se negó a establecer qué tipo de hecho delictivo se estaría investigando. No dijo ni negó que se hubiera tratado de un secuestro. Se limitó a opinar que en la etapa de la investigación que se encontraba prefería no limitarse a un tipo penal específico hasta integrar todos los datos de prueba que permitieran definirlo. 

Quien se aventuró a decir que no se había tratado de un robo de infante, porque en Jalisco no había robos de niños como una situación habitual ni generalizada, sino que era una situación aislada, fue el coordinador general de Seguridad, Macedonio Tamez Guajardo. Pero el funcionario prefirió endosarle toda la responsabilidad de comunicar las novedades a la fiscalía. 

Otra situación que no convenció al público fue la tardanza para emitir la Alerta Amber por el plagio de Alan Mauricio el 3 de diciembre. Pasaron más de 20 horas para que fuera publicada la ficha por la desaparición del infante, como es habitual en la mayoría de los casos de niños desaparecidos. 

Solís y Tamez consideraban que se había cumplido con los tiempos propios de las investigaciones, pero esa misma situación hacía a los usuarios de las redes preguntarse qué tan apropiados eran los tiempos y por qué se tardaban tanto. 

¿Qué tan capaces serían las instituciones para localizar a un niño en un caso cualquiera con una dilación tan amplia en los tiempos de investigación? La confianza de la gente en la actuación de la fiscalía y de los cuerpos de Policía quedaba en suspenso o de plano descalificada en los comentarios vertidos en las redes. Así también quedó manifiesta la desconfianza cuando los usuarios compartían compulsivamente las cadenas viralizadas que narraban robos de niños, como una práctica instaurada que el gobierno pretendía ocultar a la sociedad. 

Y la justificación para evitar abundar en detalles acerca del caso era que tenían datos que permitirían capturar a los responsables del plagio. 

La promesa fue que informaría cualquier avance cuando fuera pertinente. Es decir que, posiblemente, informarán al respecto solamente si acaso llega a suceder la captura de algún sospechoso y de ninguna otra manera habrá esclarecimiento oficial. Y esa información sería sumamente valiosa para devolver a la gente, aunque sea un poco, alguna confianza en la actuación de las instituciones. 

Twitter: @levario_j 

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