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El edificio Arróniz late en Guadalajara

Desde 2015, el Edificio Arróniz es sede de las oficinas de la Secretaría de Cultura. (Foto: Especial).

En el corazón de Guadalajara destaca una edificación de ladrillos rojos que, con más de 100 años de historia, ha sido ocupada con fines religiosos, militares y actualmente culturales. Se trata del Edificio Arróniz, inmueble que lleva el nombre de su creador, el ingeniero Antonio Arróniz Topete, encargado de erguir esta joya arquitectónica entre 1890 y 1902.

A sus espaldas colinda con el Templo de Santa Mónica y frente a él se encuentra la Preparatoria de Jalisco, con la que comparte la Plaza Agustín Rivera, formando un complejo donde la presencia estudiantil y el tránsito de la comunidad cultural auguran una fusión singular.

La historia del predio comienza antes de la aparición del actual edificio, ya que el espacio lo ocupó el Convento de las Monjas Agustinas de Santa Mónica, fundado a principios del siglo 18. Después, cerca de 1870, el edificio se convirtió en el Seminario Mayor, pero debido a fallas estructurales, 20 años después fue reconstruido para convertirse en el inmueble que hasta hoy sigue en pie.

Años más tarde, en 1914, el Ejército Constitucionalista tomó el edificio y lo convirtió en la 15ª Zona Militar, nombre con el que fue conocido durante años, los mismos que se mantuvo hermético y casi inaccesible para aquellos que no formaban parte del cuartel.

Sin embargo, su vocación daría un giro en 2011, cuando la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) cede el espacio al gobierno de Jalisco y se convierte inicialmente en un museo de arqueología. Es entonces cuando abre sus puertas al público, y su belleza, historia y arquitectura comienzan a ser conocidas y apreciadas por el público en general.

Desde 2015, el Edificio Arróniz es sede de las oficinas de la Secretaría de Cultura (SC).

Arquitectura y distribución

Al ingresar al lugar su arquitectura ofrece una serie de pistas sobre la época de su construcción. Durante el Porfiriato, las tendencias estaban fuertemente marcadas por conceptos renacentistas, barrocos y elementos eclécticos, incluidas las nuevas directrices emanadas del art nouveau.

La fachada principal del edificio, ubicada en la calle Zaragoza, cuenta con un pórtico enmarcado por cuatro columnas. En el piso inferior se encuentra el ingreso principal, mientras que sus niveles superiores asoman un par de balcones que se enmarcan con el rojo del ladrillo que fueron una marca propia en los trabajos de su creador.

En su planta baja, el Edificio Arróniz cuenta con un patio principal con pasillos abiertos en sus cuatro lados y arcos sostenidos por pilares circulares. Ahí también se encuentra un par de escaleras de estilo manierista –corriente europea del siglo 16– que conectan los tres niveles del inmueble y el mezzanine. En el resto de la planta cuenta con tres patios más conectados con el principal a través de corredores.

Las diferencias que hay en el primer y segundo nivel son pocas, en cuanto al acomodo de la planta baja. La ornamentación y el tamaño de los pilares varían, pero guardan la misma disposición hasta su tercera planta, donde se encuentra la superficie construida más pequeña que ocupa sólo las dimensiones del patio principal.

Una mención aparte merece uno de los rincones más impresionantes del edificio, la biblioteca. Con dos niveles colmados de libros, esta habitación cuenta con un pedestal de madera custodiado por una escalera que conduce a la segunda planta de este archivo bibliográfico que alberga el acervo del historiador Gabriel Agraz García de Alba.

Arróniz y el ladrillo a alta temperatura

Nacido en el municipio de Ameca en 1858, Antonio Arróniz Topete y su familia se desplazan a Guadalajara, donde realiza sus estudios de ingeniería en el Instituto de Ciencias del Estado de Jalisco. Ahí desarrollaría una carrera ligada al crecimiento arquitectónico de la ciudad, donde ya titulado perteneció a la Sociedad de Ingenieros de Jalisco y a la Escuela de Ingenieros de Jalisco.

En 1901, ya con una presencia profesional y un prestigio notorio en la ciudad, el ingeniero Arróniz Topete inicia la construcción de su fábrica de productos cerámicos, la primera en Guadalajara en producir ladrillos horneados a alta temperatura, con lo que recubrió los muros de su empresa, así como los del Seminario Mayor, ahora Edificio Arróniz, además de algunas casas particulares que también edificó.

En 1926, a la edad de 68 años, muere víctima de una bronquitis aguda, enfermedad que desarrolló a consecuencia de las largas jornadas laborales dentro de su fábrica.

Archivo Jalisco

Actualmente se exhibe una selección de piezas de diseño que dan cuenta de la evolución del diseño en el estado y en el país

El reto es que en con esta exhibición, el edificio se abra al público con contenidos específicos combinando las oficinas administrativas de la SC y funcionar como un espacio de exhibiciones

La exposición reabre sus puertas la segunda semana de enero

JB