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Presagio 

Señalar a Donald Trump como el único responsable del asesinato de Qasem Soleimani es corromper cualquier tipo de análisis sobre lo acontecido el pasado 3 de enero. Máquinas, armas y destrucción son raíces ancladas en el pasado y sentimiento de pertenencia de esta nación.  

El trágico suceso es una historia que se conoce, lo que sorprende es que EU vuelva a optar por el terror y la violencia con el objetivo de saciar su apetito político. El viaje en el tiempo no es incluso tan extenso. Basta con recordar la relección de George Bush (con apenas 51% del voto popular) la cual se sustentó en apelar a los más antiguos valores conservadores, y asegurar que para afrontar la batalla contra el terrorismo se requería de un sólido comandante en jefe.  

Oriente próximo es el enemigo por excelencia para EU. El estereotipo de un terrorista talibán que amenaza los valores de la libertad y la democracia por el hecho de lucir barba prominente y predicar valores religiosos distintos a los cristianos es un best-seller de Hollywood.  

La elección de Irán como el temido enemigo responde a que los demás en la lista han sido destruidos con el paso de los años, recordemos Afganistán, Irak, Libia y la interminable guerra en Siria son territorios que experimentaron la destrucción y la condena del Tío Sam. El problema recae en que el actual gobierno desconoce el nivel de resistencia bélica por parte de Irán, ya que a diferencia de los países antes mencionados, Irán se ha preocupado por desarrollar un proyecto nuclear, acción que lo había mantenido en la discrepancia diplomática más no bélica con EU.  

Es por lo anterior que el mundo está en alerta, por primera vez en la historia de la República Islámica ondea la bandera roja sobre la mezquita de Yamkarán. En la tradición del islam chií, el gesto indica que se aproxima una gran batalla por la sangre injustamente derramada y refuerza la declaración del ayatolá Ali Jameni, de una dura venganza por el asesinato del general.  

Desde una visión calculada, el régimen iraní debe descartar cualquier enfrentamiento directo, se sabe que sería una acción suicida para el pueblo de Irán. Por otro lado, mientras Trump siga en el poder la venganza siempre será latente. Con esto en mente la pacificación de la situación queda (des) afortunadamente en la cancha de los votantes.  

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jl/I