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Propósitos 

Las fiestas decembrinas siempre traen consigo momentos en los que nos podemos detener a pensar y reflexionar en todo aquello que nos rodea. 

A quienes queremos, lo que anhelamos para nuestras vidas, las pifias cometidas, los errores penosos en que incurrimos, los objetivos y las metas que deseamos para un nuevo año… 

Este año que acabó en particular mis reflexiones surgieron al ver a los más pequeños de la casa, mis dos sobrinas y mi sobrino, además de la hija de mi pareja, una adolescente que apenas va por sus 16 años. 

Los veo sanos y felices. Conviviendo, riendo, aprendiendo y creciendo. Todo en un maravilloso gerundio que no deseo que se les acabe nunca, porque me gustaría siempre verlos de esa misma manera, en esa tranquilidad eterna que parece tener su niñez y de la que, claro, ellos no son conscientes, pues aún no dimensionan los problemas que trae consigo la adultez. 

En Rubén y Sofía –hermanos entre ellos– veo a su mamá (mi prima C.). Vivaces y despiertos. Activos e inteligentes. Preguntan y aprenden con una facilidad que no tienen los adultos. Sin rodeos ni muchas poses. 

En Zoé, que apenas va a cumplir un año, veo los ojos de su mamá (mi prima F.). Tiene un carácter tan afable y, como la llamarían los clásicos, de sangre liviana. Todo agarra, todo se lleva a la boca. Grita el nombre de una de sus tías y dice “calle, calle” como si en ello se le fuera la vida. Ya dio sus primeros pasos y la casa de sus abuelos se llenó de fiesta. 

En Xcaret veo a su papá (mi marinovio, diría una tía lejana). Inteligente y centrada. Llena de realidad, pero aún sin ser agobiada por el pesimismo. Tan ávida de leer, de conocer, de viajar, de seguir su educación… todo ello dentro del paquete del máximo entusiasmo del que puede ser posible un adolescente (o sea, no mucho). 

Y cuando los repaso es inevitable pensar o imaginar que allí tendría que estar mi hija, mi Nikté. Entre las edades que tienen Sofía y Zoé. Con sus 3 años cumplidos. ¿A quién, sino a mí, me gustaría ver en ella? Verla tranquila y llena de libros, acompañada de sus gatos, con esa energía interminable que tienen los niños sanos a esa edad. Con su cabello negro y ensortijado, despeinada y llena de tierra. 

Para mis pequeños, quienes hacen que mi corazón cascabelee de alegría, deseo un mundo en el que puedan ser ellos con libertad. En el que Sofía, Zoé y Xcaret tengan la certeza de que podrán llegar a sus casas tranquilamente después de la escuela o de una fiesta, sin peligro de que sean violentadas de ninguna manera; un mundo en el que Rubén pueda elegir seguir cocinando (porque ya lo hace) o bailando sin que los prejuicios lo agobien y deba abandonar, por lo que opinen los demás, alguna de esas actividades que con tanto entusiasmo ha hecho. 

Deseo un futuro en el que puedan elegir con libertad a qué dedicarse y que puedan vivir de ello de una forma digna; que puedan escoger a quién amar, cuándo hacerlo y qué tipo de familia formar, sin miradas acusadoras, que nunca faltan. Que puedan decidir cuántos hijos tener, cuándo y con quién tenerlos, si es que está en sus planes, sin que nadie los presione o los moleste por la opción que tomen. 

Que tengan tanta libertad como sea posible en sus mentes y en sus cuerpos. Que atesoren experiencias enriquecedoras, sea por medio de comidas, de viajes, de pasamientos, de las personas que los amen, de los lugares que habiten, de las mascotas que los rodeen. 

Deseo que sobrevivan en un mundo que parece cada vez más radicalizado, cada vez más violento, cada vez más cruel y agobiante. Deseo, para los cuatro, tanta salud física y emocional como necesiten. Tanta paz como requieran. 

Porque al verlos es cuando pienso que vale la pena hacer de este lugar un espacio un poco mejor cada día. Porque me hacen esforzarme en ser mejor persona, no para ellos directamente, sino porque siéndolo, tal vez el mundo sea menos horrible. 

Que crezcan, que vuelen, que respiren todos los aires que nosotros, los adultos que los rodeamos, no hemos podido respirar. 

Mi propósito de nuevo año. 

Ellos. 

 

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Twitter: @perlavelasco 

jl/I