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Las fosas del pasado 

El 5 de marzo de 1985, un campesino caminaba cuando vio que algo salía de la tierra. Accidentalmente había encontrado los cadáveres del agente de la DEA Enrique Camarena y del piloto Alfredo Zavala. Semienterrados en una fosa clandestina a unos 800 metros del Rancho El Mareño, localidad La Angostura, del municipio de Vista Hermosa, justo en la frontera con Jalisco, del lado de Michoacán. Llevaban un mes de haber sido desaparecidos en Guadalajara. Manuel Bartlett, director ahora de la CFE, era el secretario de Gobernación. Es una historia del dominio público que ha salido hasta en Netflix, pero es bueno recordar que su hallazgo fue en una fosa, como las miles de ahora. 

Antes de la militarización con el presidente Felipe Calderón, en nombre de una supuesta guerra en contra del narcotráfico, ocurrieron más entierros clandestinos como éste. Pocos hasta lo que es posible saber, pero que revisándolos en conjunto dan cuenta de que antes o después, pasado o presente, se conectan por un largo hilo de impunidad. 

Como algunos académicos, otros colegas periodistas o activistas, me interesé por saber en qué punto nuestro país se había torcido tanto. Encontrar posibles explicaciones a la sentencia de “México es una gran fosa”. ¿Cuántos cuerpos habían sido recuperados de estos hoyos de olvido? ¿Dónde estaban esas fosas? ¿Quiénes eran estas personas? Con eso en mente elaboré la tesis La tierra de las fosas. Registro nacional de entierros clandestinos 1960-2017, aprobada en Argentina por la Universidad de San Andrés para obtener el grado de maestría. Aunque muchas de esas preguntas siguen sin respuesta. 

A lo largo de 57 años documenté con fuentes oficiales, registros de prensa y bitácoras de algunos colectivos de búsqueda más de 3 mil fosas clandestinas de donde han sido rescatadas 6 mil personas asesinadas, la mayoría con los cuerpos deshechos y con tiros de armas de fuego. No son fosas repetidas. Los datos están desagregados por fuentes de información, corporaciones a cargo de las exhumaciones, direcciones, municipios. 

Menos de 2 por ciento del total de fosas apareció antes de Calderón y menos de 1 por ciento antes del 2000: 28 entierros clandestinos. De estos, cinco fueron descubiertos en Jalisco, de acuerdo con la investigación. Tres en Zapopan, una en Tlajomulco de Zúñiga, una en Guachinango. 

Después del hallazgo de Camarena y Zavala, el 4 de junio de 1985, los cadáveres de los estadounidenses Alberto Radelat y John Walker fueron encontrados cerca de un sendero en el bosque del Parque San Isidro Mazatepec, Zapopan. 

El 8 de enero de 1998 apareció una fosa en el predio La Cofradía, en Guachinango. Peritos exhumaron el cuerpo de Salvador Jiménez López, un joven que había sido desaparecido en San Juan de Ocotán, en Zapopan, junto con otros más que sí fueron liberados. Quedaron detenidos 28 militares. 

En otra fosa del 29 de mayo de 1996 hallaron cinco cuerpos, una de las víctimas era Araceli Velazco Palomera, secretaria del procurador del estado en ese entonces. 

Antes o ahora, con 28 o con mucho más de 3 mil fosas, trazar una línea histórica permite desarticular el discurso oficial de que existe un narcotráfico omnipresente que actúa en solitario como perpetrador. Aunque la complejidad ha aumentado con la violencia, o las violencias, sirve para mirar que antes o ahora hay detrás agentes estatales, no estatales o una combinación de ambos como perpetradores. Y que en la mayoría de los casos los crímenes siguen sin castigo. 

En el México de ahora, el pasado no se ha ido. 

Nota: Es la primera columna para NTR. Agradezco la invitación y el espacio. Lleva el nombre “Cartapacio”, porque la pienso como un cuaderno de notas que desde ahora no solo se quedará para mí. 

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jl/I