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El futuro cancelado (II) 

¿Es posible equiparar los procesos evolutivos de las especies naturales con las transformaciones de la cultura? Aunque la idea genera escepticismo a primera escucha, un grupo interdisciplinario de investigadores intentó medir la “evolución” de artefactos culturales como la música pop y la literatura, al igual que de dispositivos científico-tecnológicos como los estudios clínicos y los automóviles, para después compararla con las transformaciones de ciertos animales. 

La conclusión a la que llegaron es que la cultura no evoluciona tan rápido como pensamos y se parece mucho a la manera en la que lo hacen las polillas y las babosas. En el caso concreto de la música, los investigadores identificaron que, desde los sesenta a la fecha, prevalecen rasgos distintivos como las guitarras estridentes y las armonías vocales en la mayoría de los éxitos mundiales.  

¿Será que últimamente se ha ralentizado cada vez más la innovación en la música popular? No hace falta ser analista o crítico para apreciar que en esta época abundan los reencuentros, los covers, los revivals, los remixes… en pocas palabras, lo retro.  

Antes de su prematura muerte, el teórico cultural Mark Fisher, perspicaz observador de la evolución de la música popular, estaba obsesionado con la falta de un movimiento musical de ruptura en el siglo 21. 

Fisher advirtió que nos enfrentamos a una lenta cancelación del futuro en la que ya no somos capaces de imaginar formas de reinventar la música. Así entonces, la relación entre música y tecnología en estas dos décadas es ambivalente, pues, aunque ha permitido acelerar la producción, la distribución y el consumo, el surgimiento de nuevos géneros ha sido más bien limitado. 

No es que no haya nuevos artistas o canciones, eso siempre lo habrá, sino que, desde el nacimiento de la música electrónica y su primavera en los noventa, es difícil hablar de música actual que suene verdaderamente nueva, música que hubiera sido impensable una década antes. Existen, desde siempre, proyectos de vanguardia en el underground, como los artistas que están utilizando inteligencia artificial para crear voces humanas. Pero en términos generales, y coincidiendo con los autores del estudio, la evolución de la música parece estar estancada.  

La influencia de la tecnología en el arte, como en todas las cosas, nunca es determinista. Falta revisar qué otros factores hay detrás de esta escasez de creatividad.  

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