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Un conflicto de agendas, sociedad y gobierno

Llevamos aproximadamente un mes, aunque en las últimas dos semanas con mayor asiduidad, de un falso conflicto en la definición de un tema de agenda ciudadana.  

La convocatoria del 9 de marzo, Un día por todas, que se desarrolló como alternativa de Un día sin nosotras, se realizó de forma ciudadana, definiendo como tema esencial la visibilización de demandas de alto a la violencia contra las mujeres, de larga data en el panorama nacional, legal, social y cultural. Precisamente, en el conflicto de imponer temas, entre el gobierno federal y la sociedad, fue ésta la que estableció una ponderación importante, reafirmar un esquema de seguridad de género, haciendo patente el compromiso cultural, social y, claramente, gubernamental, en el resarcimiento de condiciones de seguridad y estabilidad, sin violencia para las mujeres.  

La secretaria de Gobernación dio pasos importantes para corregir un pésimo desempeño de la dirección de gobierno, que jamás entendió el significado de la protesta devenida en Paro Nacional de Mujeres. 

La insistencia de hacer una feria con la famosa rifa del avión presidencial, compitiendo con las demandas de seguridad y alto a la violencia contra las mujeres, evidenció una importante e inesperada insensibilidad gubernamental y tuvo dos momentos críticos. Por una parte, no querer desviar la atención respecto de la célebre rifa con eventos molestos para el gobierno, como lo fue el feminicidio de Ingrid que, en el ánimo festivo que se tenía para la rifa, se trastocarían los argumentos, contaminando la intención presidencial de mejorar al país con esa rifa. Por otro lado, el gobierno de la República intentó, infructuosamente, insistir en lanzar la rifa presidencial el 9 de marzo. 

Los resultados fueron negativos en la percepción ciudadana respecto de las acciones de gobierno y, junto con una serie de otras condiciones, la actuación del presidente tuvo una tendencia desaprobatoria y, entre otros elementos, se resintió una sensible baja de consentimiento femenino respecto del desenvolvimiento presidencial. Ocho puntos porcentuales por debajo de la opinión masculina. 

En la coincidencia entre la publicación de resultados de la curva desaprobatoria del desempeño presidencial, y la intervención de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, se tuvo más el efecto de una estrategia de control de daños que de un posicionamiento oficial. 

El escenario permanente de violencia hacia la mujer representa el reto de una discusión profunda y extensa que involucra al Estado, en toda la complejidad de su concepción. Las instituciones, actores y sectores que deben intervenir, lo pueden hacer mejor si el Estado asume un liderazgo, lo que no se traduce, forzosamente, en una hegemonía gubernamental.  

El 7,8 y 9 de marzo mostraron el poder de la dimensión ciudadana y la colocación de estos temas en la agenda social y civil, que distó mucho de ser la agenda del gobierno. 

La suma de instituciones en el apoyo de la convocatoria del 9M, puso en evidencia la exigencia del tema y la apropiación ciudadana del mismo. Varias y diferentes dependencias del gobierno federal se sumaron y el sector privado tomó con seriedad y organización, y sin denostación alguna, el apoyo al mismo. Equivalió a que la iniciativa privada apuntalase una huelga que, con los motivos por los que ésta se sumó, testimonian la relevancia del apoyo en este trascendente paso en búsqueda de seguridad. 

Pero, ahora sí, ya hay tiempo para ofrecer la rifa que dará inicio en breve. 

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