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Privilegios de sector público

Indudablemente, el sector público es constantemente el más privilegiado, y ahora se nota más con las medidas a tomar por la epidemia del Covid-19. 

Casi todas las medidas, por no decirlo todas, aplican al pie de la letra para quienes trabajan en el sector público. Ellos no salen perdiendo, porque simplemente dejaron de trabajar, pero siguen obteniendo su salario debido a que el erario paga, lo que no sucede en el sector privado, y aquí es donde están las diferencias y los privilegios. 

Por órdenes del Ejecutivo comenzaron las limitantes en cuanto a número de empleados y horarios para trabajar, y los que laboran en las empresas de espectáculos, entretenimiento y diversión, incluida la nocturna, resultaron más perjudicados, porque las obligaron a cerrar totalmente. Y se entiende, porque en caso de pandemia se puede obviar la diversión, lo que no sucede con la producción de alimentos y el pago de servicios, y curiosamente tampoco para cobrar los impuestos o las multas. 

Todo esto se justifica para evitar la propagación del virus de manera masiva y se entiende, sin embargo, hay que puntualizar y dejar claro que las consecuencias las padecen más unos que otros. Volvamos al tema de los salarios, los que dejen de trabajar del sector público parece, hasta el momento, tienen su paga segura y puntual, lo que no sucederá con quienes viven al día, del producto de su trabajo en la pequeña o mediana empresa; ahí ya lo perdieron porque cerraron su centro de trabajo y tienen que buscar otras medidas para conseguir el pan para llevar a la mesa. O los pusieron en espera, porque hubo recorte de personal en su empresa por las medidas de contingencia. 

Otro privilegio se nota en cuanto los permisos y el cuidado de los hijos. En el sector público, desde esta semana, dejaron de trabajar las personas mayores de 60 años, los enfermos crónicos, las embarazadas y las mujeres que tienen niños menores a 15 años para poder resguardarse y evitar los contagios, y esto mismo no se puede aplicar en la empresa privada. Es ilógico que puedan o tengan que pagar salarios si no van a trabajar, porque los criterios son pasar a las áreas de recursos humanos si se tiene algún problema o simplemente pedir vacaciones adelantadas para que puedan ausentarse y cuidar a los desprotegidos; así que quienes no pueden o no les convienen estos criterios, no les queda más que ir a laborar para justificar su tiempo y contar con su salario. 

Esta sociedad no está preparada para trabajar desde casa, para hacerlo en línea y producir sin estar. Quizás esta emergencia ayude a repensar los sistemas de trabajo. 

Desde aquí también quiero levantar la voz por las empleadas domésticas, que desde el paro nacional del 9 de marzo quedó demostrado que pese a que no querían ir a trabajar tuvieron que hacerlo, porque de lo contrario se quedarían sin paga y viven al día. Fue notorio que durante el día del paro nacional fueron contadas las familias que se solidarizaron con ellas y les pagaron el día, aunque estuvieran en paro. Porque la constante fue que lo dejaban a su criterio, si no iban no les pagaban, y esto mismo pasa ahora con la pandemia de coronavirus, si no van, no reciben paga. Se les pega no sólo en el bolsillo, sino en el ánimo, porque quisieran no exponerse, pero están ante la disyuntiva de comer o batallar. En estas situaciones nos damos cuenta que son necesarias, que ayudan mucho y no tienen esos apoyos que otros sí. 

Ojalá que los apoyos que anunciará el viernes el gobernador Enrique Alfaro logre acortar esta brecha de privilegios del sector público y el privado para que haya un equilibrio o una similitud. 

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jl/I