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Basta, ahora no necesitamos su polarización

La partidización de los asuntos públicos, aún los más delicados, es bastante común en México. De hecho, nos hemos acostumbrado a encontrar siempre el punto desde el que un partido político toma las decisiones, frente al partido que las cuestiona. Así, sin términos medios.

La crisis que se vive en el mundo por el Covid-19 no ha sido la excepción. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha usado una y otra vez la palabra detractores para referirse a quienes no están de acuerdo con las decisiones que se han tomado desde su gobierno y, sobre todo, con las omisiones en su desempeño personal. En lo local pasa algo similar; nada más hay que revisar las ocasiones en las que el gobernador Enrique Alfaro Ramírez ha comparado los datos de Jalisco con los de la Ciudad de México, el bastión del grupo político de López Obrador.

Lo que acompaña a la partidización de los asuntos públicos es la polarización, especialmente en redes sociales, la cual se ve acentuada por las granjas de cuentas falsas que manejan los equipos de comunicación de ambos gobernantes, quienes no han escatimado en verter sobre el tema todo el lodo que son capaces de producir.

Conforme pasan los días y las medidas que deben tomarse, especialmente el aislamiento social y la obligación de quedarse en casa, más cuestionable parece la guerra política. Sobre todo porque las medidas de seguridad, aunque necesarias, empiezan a mermar la economía de los ciudadanos, así como su estabilidad emocional. Ponerse a salvo no estaba en los planes de nadie y, aunque se comprende paulatinamente la necesidad de hacerlo, no ha sido fácil.

El escenario empeora si empiezan a contarse los contagiados con síntomas, aquellos cuya salud se ve afectada de manera grave y, en el peor de los casos, las muertes que comienzan a registrarse. Es entonces cuando llega el momento de parar y hacer entender a nuestras autoridades que ésta no es una campaña electoral y que en sus decisiones lo que está en juego es la vida, la salud y el día a día de los mexicanos con el sustento para sus familias.

Quienes simpatizan con López Obrador han defendido su obstinación para no acatar las medidas de sanidad que se han decretado para cualquier persona, no sólo en México, sino en el mundo. Eso no quiere decir que su gobierno no haya actuado. Dejar el tema en manos de Hugo López-Gatell ha significado, hasta ahora, un acierto, porque el funcionario ha tomado la agenda con toda la seriedad que reclama. Pero los mensajes del presidente contrastan y llevan el tema a lo chusco, lo anecdótico y trivial.

Por su parte, el gobernador Enrique Alfaro dejó que sea la Universidad de Guadalajara, desde la ciencia y la investigación, la que determine los pasos que se siguen en Jalisco. Para muchos han sido decisiones exageradas; sin embargo, han dado resultados. El problema surge cuando una agenda en la que se ha trabajado de manera seria es llevada a la arena de los partidos y de la confrontación por el mismo mandatario. Esto, sin contar la pifia de la compra de pruebas rápidas, con el sistema de adquisiciones tan endeble que ha caracterizado al actual gobierno estatal.

Como un aderezo al conflicto está la petición que hicieron actores del partido Morena en Jalisco para que el gobierno del estado se apegue a los lineamientos marcados por la Presidencia de la República.

Afortunadamente, ayer hubo un guiño de ambas partes. El gobernador dijo estar dispuesto a respaldar los lineamientos marcados por López-Gatell, mientras que el gobierno federal confirmó que Jalisco recibirá apoyo económico, al margen de que no se haya sumado al Insabi. A esto se suma la recomendación de la Universidad de Guadalajara de comunicar en todos los niveles de gobierno en el mismo sentido.

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