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Contienda

Claramente desconozco la anatomía patológica del SARS-CoV2, sin embargo puedo confirmar que en el diagnóstico existe una fuerte carga de interrogantes. Este virus llegó para desafiarlo todo: la medicina, la economía, el poder, la política, el amor…; en general todos esos pilares sobre lo que se sostiene el concepto de “normalidad”.  

Contagiado por la necesidad de “repensar”, es decir, examinar, diseccionar, opté por cuestionar el elemento intocable de los sistemas políticos occidentales, el modelo de organización helénico conocido como democracia. Ahora bien, hagamos a un lado el análisis académico superficial, me refiero a las comparaciones y definiciones teóricas entre los diferentes tipos de democracia institucional. Claramente, no es lo mismo la democracia en México que en el país de en frente, los mecanismos varían según sea el caso de estudio.  

Lo que preocupa es que no logremos pensarnos fuera de la democracia, no obstante, la democracia ha sido el peor enemigo de los gobiernos democráticos para gestar una estrategia efectiva contra el “enemigo invisible”. 

Explico mi razonamiento con dos ejemplos puntuales, el país más efectivo en el combate contra el COVID-19 en cuanto a control de contagios y sin un sólo deceso es Vietnam, vecino de China. Con base en un modelo leninista unipartidista fue posible ejecutar un plan de contención directo, vertical y fácilmente adoptado por la población. Razonamiento simple, pragmático e impositivo.  

Por el otro lado, vemos a las democracias liberales. Donald Trump discutiendo con el Congreso, los especialistas, la prensa e incluso con sí mismo para poder ejecutar un plan. En la Unión Europea las soluciones se entorpecen cuando se habla de presupuesto, reactivación etc. En México los gobernadores confrontan al Gobierno Federal. Y al final, en todos los antes mencionados, el individuo respaldado por sus “libertades individuales” también decide sobre guardar o no guardar las medidas de salud recomendadas. Vaya histeria democrática.  

Aclaro, cuestionar la democracia no significa que esté planteando un sistema comunista, ni que lo descarte como sistema de organización política; refiere a evidenciar como la falta de adaptabilidad política del modelo occidental da pie a respuestas lentas ante un fenómeno que avanza rápido.  

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jl/I