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Policías solapadas de pueblo

El caso Giovanni abrió una cloaca de la policía municipal de Ixtlahuacán de los Membrillos, una situación latente en muchos municipios de Jalisco que los deficientes exámenes de control de confianza no han logrado suprimir. 

La Policía Estatal sigue en control del municipio y el ex comisario espera juicio en prisión. 

José Manuel Becerra Santacruz fue policía durante cuatro años antes de convertirse en director general de seguridad pública del municipio, según propio currículum vitae publicado en Internet en el portal del ayuntamiento. 

Inició su carrera como policía de línea en 2009 y ya para 2010 era subcomandante, convirtiéndose en subdirector en 2012 y consagrándose como titular de la comisaría a partir del 5 de diciembre de 2013. Duró seis años y medio en el puesto en tres gobiernos municipales. 

Antes de su carrera policial no hay información pública disponible, más allá de sus estudios truncos de bachillerato que se quedaron hasta el quinto semestre. 

Becerra Santacruz fue director de seguridad pública de un municipio donde fue encontrada una fosa acuática en 2019 y otra ese mismo año en los límites con Tlajomulco de Zúñiga, donde en conjunto había alrededor de 30 víctimas de asesinato desmembradas, colocadas en bolsas de plástico sumergidas en un canal. 

Cuanto más lejos del Área Metropolitana de Guadalajara, más enigmática es la existencia de ese tipo de lugares con cadáveres inhumados o sumergidos. No sabemos cuántas hay ni dónde están. En la ciudad todavía la gente llega a denunciar, pero en los pueblos la gente se conoce y ese tipo de crímenes son los que no estarían dispuestos a denunciar. La inmensa cantidad de desapariciones sin reportar hace suponer que no sería descabellado encontrar fosas masivas en otros pueblos de Jalisco. 

Ixtlahuacán de los Membrillos está en el límite de lo considerado como Área Metropolitana de Guadalajara, pero comparte más características con las direcciones de seguridad pública de las pequeñas localidades foráneas que con las comisarías metropolitanas. 

Otro antecedente del crimen de Giovanni López, que murió asesinado a manos de policías de ese municipio luego de su captura el 4 de mayo pasado, es el atentado que sufrió el comisario Becerra Santacruz el 20 de mayo de 2017, cuando transitaba en la zona límite con Chapala y fue atacado a balazos, aunque nunca se estableció de manera oficial cuál fue el móvil de la agresión en su contra. 

Los ataques a jefes policiales se han vuelto cada vez más recurrentes en Jalisco y también la frecuencia con la que los sicarios dan muerte a los comisarios. Recientemente, en la administración actual, ha ocurrido el asesinato del comisario a Jalostotitlán, el de Tepatitlán y el de Lagos de Moreno, municipios todos de las regiones Altos Norte y Altos Sur. Incluso el director de la policía de Zamora, Michoacán, fue asesinado en Ocotlán, en Jalisco. Pero ese tipo de ataques sucedieron repetidamente durante todo el sexenio pasado, al igual que los atentados fallidos. 

Siguiendo la reflexión de lo ocurrido en Ixtlahuacán, apenas en enero habían sido detenidos en Ciudad de México y en Guanajuato un escolta de Becerra Santacruz y otro policía del municipio acusados de portar armas de fuego sin licencia. Las detenciones de policías no han sido un factor recurrente dentro del estado, pero precisamente en esas corporaciones policiales foráneas es donde existe la posibilidad mayor de que los agentes se solapen entre sí. 

Si bien la Policía Estatal no tendría la capacidad para intervenir a todas las policías corruptas de Jalisco, la situación debería motivar una seria revisión del esquema de seguridad pública en el estado. 

Twitter: @levario_j

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