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Trump-AMLO frente al espejo 

Si alguien esperaba que Trump se mostrara agresivo o grosero con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en su encuentro del miércoles pasado, se llevó una enorme decepción pues, a pesar de su personalidad y sus desplantes con otros mandatarios (como los que describe John Bolton en su más reciente libro La habitación donde sucedió, Trump ha asimilado algo de diplomacia y se mostró que está en campaña. Aquella frase largamente aprendida por generaciones: “Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”, de John Foster Dulles allá por la década de los 50, sigue siendo actual. 

Sin embargo, previo a la visita de AMLO a su homólogo en Washington, Donald Trump, éste realizó dos actos que se pueden considerar como ofensivos en contra de México: primero, tuiteó cuatro fotos de su visita a Arizona el pasado 23 de junio supervisando el avance de la construcción del muro que dividirá tajantemente ambos países. Por otro lado, anunció que volverá a rescindir el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), o programa Dreamers. Trump no quita el dedo del renglón en torno al muro y a DACA, lo que significa que su política contra México –que no contra AMLO– no ha cambiado un ápice. Hacerlo antes de su visita fue realizado con un cálculo político premeditado: haberlo hecho después hubiera tenido un significado más desastroso y descortés. 

La visita tuvo como único punto celebrar el tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC); sin embargo, la ceremonia sólo se dio entre los primeros dos países, pues el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, declinó participar en la no-cumbre (a la fiesta de cumpleaños faltó uno de los festejados), pero aceptó visitar México en breve. Los discursos de ambos presidentes fueron mutuas alabanzas y agradecimientos, muy diplomáticos: es bueno no pelearte con los vecinos (atrás quedaron las ideas de AMLO vertidas en su libro ¡Oye, Trump! en torno a la migración). 

En comparación, si bien hay muchas diferencias entre ambos mandatarios, habrá de reconocer también sus similitudes: ambos son populistas, pero uno de izquierda y otro de derecha (Bolsonaro, Johnson y AMLO, agregado por Fukuyama); se niegan a presentar sus declaraciones de ingresos; ambos buscan el control de las instituciones políticas del país y erigirse en gobernantes sin contrapesos; ambos usan verdades a medias (más de 26 mil “afirmaciones no verdaderas”, SPIN dixit); ambos se pelean con la prensa; ambos van contra el establishment político; ambos polarizan al país, entre muchas otras analogías. 

La relación entre ambos presidentes seguirá una placentera luna de miel, mientras México dependa de la “buena vecindad” del país del norte: pronto le cobraron la decisión de Estados Unidos de apoyar reducir la producción de crudo, que será reembolsado “cuando estén listos” y mientras AMLO mantenga su propio muro (Guardia Nacional) para evitar que los centroamericanos lleguen a la frontera norte de México. 

La no-cumbre no cambiará en lo mínimo las actitudes hostiles ente ambos países en términos de migración o el trato discriminatorio por parte de Trump y sus seguidores hacia los connacionales. La detención del ex gobernador de Chihuahua César Duarte (con fines de extradición) justo el día de la visita fue el regalo del anfitrión al invitado, como agradecimiento a la reunión en Washington, por ayudar con el voto latino para las próximas elecciones. Ahora estaremos pendientes de las encuestas preelectorales en Estados Unidos, donde Biden le saca 14 puntos a Trump. 

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jl/I