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Poder unipersonal y paranoia presidencial

El miércoles pasado 30 intelectuales mexicanos, todos ellos reconocidos no sólo por su trayectoria profesional en el campo de sus especialidades, sino también por su contribución al desarrollo de la democracia en México firmaron un desplegado titulado “Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia”. Los abajofirmantes variopintos pueden tener diferencias conceptuales entre ellos, al igual que con algunos sectores de la población, pero todos ellos al menos están de acuerdo con las ideas que se vierten en el desplegado publicado. 

Ni corto ni perezoso, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) respondió ayer en Twitter con una carta respuesta titulada “Bendito coraje”, en forma general y sin abordar ni desmentir ningún de los puntos ahí expuestos. En su cerrazón por controlar todo, ni siquiera permitió que intelectuales y políticos afines a la cuatrote (4T) reaccionaran y respondieran al texto publicado. 

En el desplegado de los 30 se acusa que el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), con tan sólo 37.5 por ciento de votos en las elecciones federales de 2018, consiguen más de 50 por ciento de los diputados de la 64ª Legislatura de la Cámara de Diputados, “mediante la compra de representantes electos de otros partidos”, reproduciendo una práctica que durante varias legislaturas se le criticó al PRI (también reprobada en su tiempo por políticos de Morena). 

La crítica es debido a que esto significa concentrar el poder en una sola fracción parlamentaria con una mayoría artificial y con la fuerza suficiente para aprobar leyes donde se requiere una mayoría absoluta (50 por ciento más uno). En este sentido, basta con que AMLO promueva una ley que presente la bancada de Morena para ser aprobada por la cámara (“Es un honor estar con Obrador”). En el proceso afortunadamente la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha logrado revertir algunas leyes por controversias constitucionales. De esto, nada responde AMLO en su carta. 

Esta práctica política anula al Poder Legislativo en detrimento de la doctrina de la separación de poderes, pensada precisamente para evitar la concentración del poder político en uno solo y cumplir la función de control y freno del poder en manos del Ejecutivo (a diferencia del Legislativo y el Judicial, que no son unipersonales). Los ataques infaustos y reiterados a los organismos constitucionales autónomos, que deben funcionar como contrapeso al Poder Ejecutivo, debilitan al Estado mexicano al integrarlos con personas afines al movimiento de la 4T. 

Acusan que se intenta desmantelar un entramado institucional producto de décadas de reformas legales y constitucionales que han contribuido a la edificación de la democracia mexicana. La obsesión para demoler las instituciones que no le son afines a AMLO, le incomodan o son potencialmente críticas de su movimiento político, y su afán en construir un poder unipersonal ha desarrollado en AMLO una severa paranoia, que lo lleva a ver el mundo en blanco y negro; en amigos y enemigos, en liberales y conservadores, polarizando de esta manera al país. 

De forma similar a Vicente Fox, AMLO tiene la oportunidad histórica de convocar a los mexicanos a un pacto nacional, en un panorama cada vez más crítico por la pandemia, la crisis económica y la violencia desatada en el país, donde emplace a todas las fuerzas políticas y sociales para salir de un fondo que aún no tocamos. Pero el primer morenista evidencia afección de una tangible patología del poder que aflige a la mayoría de los políticos, pero no a los estadistas. 

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