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La colonización de las mujeres en pleno siglo 21

No hablaré del periodo del Virreinato en México. Hablaré de los procesos machistas de adueñarse de un espacio territorial para la explotación de la tierra y de las riquezas naturales pasando por encima de los derechos de los demás.

En este caso, de las mujeres.

Mazunte es un Pueblo Mágico en Oaxaca, a unos 260 kilómetros de la capital, con una oferta turística sustentable.

Mujeres de la Sal es un colectivo (colectiva, como ellas se presentan) de apoyo para habitantes del istmo mexicano. Ellas lograron atraer la historia de una mujer, de quien omiten su nombre, y que en 1998 conoció a un joven italiano de nombre Andrea N.

La relación pasó de una vida sexoafectiva a la violencia psicológica, física, económica, sexual y la manipulación, como señalan Mujeres de la Sal.

Después de 22 años, y de que esta mujer dejara su casa, aun cuando el violentador es quien debería salir, ha obtenido las medidas de protección y Andrea N ha sido notificado; sin embargo, la Fiscalía de Oaxaca sigue retrasando la audiencia.

En Oaxaca, como seguramente en cualquier estado de la República, pertenecer a un pueblo indígena y ser mujer te hace doblemente vulnerable ante la injusticia.

El pasado 9 de julio, activistas pertenecientes a los observatorios Nacional del Feminicidio, de Justicia y Derechos Humanos de las Mujeres y Niñas en Zacatecas junto con el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (Cladem) daban cuenta del feminicidio de Liliana Carrillo González, mujer wixárika de Jalisco, de la comunidad Santa Catarina Cuexcomatitlán, encontrada ya sin vida, colgada de un árbol, sujetada de una bufanda. Las autoridades declararon suicidio.

Sin embargo, con las dudas de la familia, se procedió a la exhumación del cuerpo, se realizó una necropsia y se determinó que nunca hubo una primera necropsia. Se realizó entonces el único examen al cuerpo y se determinó que tenía rasgos de violencia, y que el médico encargado del caso mintió y mostró fotografías de otro cuerpo para respaldar el motivo de la muerte. Ahora Gelacio, la pareja de Liliana, enfrenta un proceso por feminicidio. Falta saber qué pasará con el médico, de nombre José Fernando, quien emitió un peritaje falso; así como del perito en criminalística Ulises y del ministerio público Óscar, nombres proporcionados por los colectivos de mujeres, quienes piden más capacitación para integrar la perspectiva de género en los procedimientos por parte de la Fiscalía de Jalisco.

Hasta cuándo la autoridad entenderá que es insostenible la violencia institucional de la que son víctimas las mujeres indígenas y que dan impunidad a quien llega y las toma a su antojo, como un conquistador en cualquiera de sus formas. En la primera historia, la mujer aún cuenta con vida y todavía se puede hacer justicia. En la segunda, se queda huérfana una menor de edad.

Ante este panorama y con el reciente anuncio del recorte de 75 por ciento al presupuesto del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), que afectará directamente a su operatividad, incluidos estudios e investigaciones, sólo nos queda entender el porqué de la existencia de colectivos, activistas y organizaciones de la sociedad civil a quienes sólo vemos, lamentablemente, el 8 de marzo (Día Internacional de las Mujeres), pero que sin duda tienen todo el compromiso para contribuir a resolver sus conflictos ante la falta de fortaleza de las instituciones que cada día se ven más debilitadas.