INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Diálogo con egos

¿Cómo se puede iniciar un diálogo si ambas partes tienen oídos sordos y egos grandes sustentados en creer que tienen la razón única? 

¿Cuándo se ha visto que se puede llegar a acuerdos cuando lo que buscan es justificar sus acciones y demostrar que se tiene la razón, y menos cuando el otro no estaría dispuesto a escuchar? 

La Sexagésima Segunda Legislatura abrió un frente innecesario contra el Comité de Participación Social, porque en vez de resolver las diferencias y aclarar lo que le molestó, optó por enfrentarse más severamente. A algunos de sus integrantes, con piel delgada como dijo un diputado, les dolió tanto que otros actores de este comité los criticaran públicamente por haber hecho nombramientos de tres consejeros de la Judicatura que consideran ilegales al haberlos electo cuando reprobaron el examen de conocimientos, que la mejor opción que encontraron fue ponerles un alto. 

Primero los amenazaron con quitarles el salario y hacer de este órgano ciudadano un ente con miembros honoríficos, y al darse cuenta que esto difícilmente prosperaría sin asumir un costo político alto, incluso en el terreno nacional, y que no tendrían mucho respaldo social, decidieron defenderse con un acuerdo legislativo, que en pocas palabras busca cortarles la lengua para evitar que hicieran comentarios públicos, porque consideraban que estaban haciendo política y solamente deberían quedarse a nivel técnico, es decir, trabajar y no figurar. 

Si eso buscaban, el camino tomado por los diputados locales para este fin no fue el más idóneo, porque sólo generó una confrontación con todo el Sistema Estatal Anticorrupción y contra académicos, empresarios, activistas y personajes que firmaron el desplegado que se publicó en medios de comunicación censurando los nombramientos de la Judicatura y qué tanto dolió a los legisladores porque dicen que se extralimitaron. 

Ayer este comité salió a dar su versión y ofreció diálogo para poder ponerse de acuerdo, pero mientras lo planteaba también atacó y se defendió de las acusaciones que consideraban indebidas. 

Hasta hoy no se vislumbra un camino que pueda poner de acuerdo ambas partes porque hablan lenguajes diferentes, hacen interpretaciones legales distintas, y algunos se creen lo que se dice en los pasillos sin ofrecer pruebas. Unos atacan, otros se defienden y atacan, y luego se vuelven a defender y vuelven a atacar, y así se está generando una cadena interminable mientras no se genere una relación cordial donde ambas partes bajen la guardia para tratar de comunicarse y darse a entender. Suena imposible. 

¿A quién le gusta que lo regañen?, ¿que le señalen lo que no debe de hacer?, ¿o que le digan que actuó mal? A nadie, pero a veces es necesario para poder generar un cambio. 

En cuanto al sistema anticorrupción hay que entender que es un camino largo y que no siempre se cuenta con todas las herramientas para poder tener resultados, y que muchas veces no se entienden los alcances y las obligaciones que tienen o se malinterpretan. 

Incluso en este terreno no hay inmaculados, porque tampoco se trata de eso, sino de encontrar a las personas dispuestas a corregir cuando se equivocan, a cambiar cuando se les señala y a señalar sin miedo a quienes usan su poder para evitar cambiar. 

Parece que algunos se van con las suposiciones y lo hacen una prioridad cuando pueden estar en el error. 

Aquí no se vale decir: ¿estás conmigo o estás en mi contra? Sino que deben trabajar juntos con sus diferencias, con sus filias y sus fobias, tratando de encontrar coincidencias y cada uno respetando su papel. Y si no están de acuerdo, cuando menos no se ataquen. Todo demerita a un sistema anticorrupción que estamos esperando combata la corrupción. 

[email protected]

jl/I