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Dos bombas

El calendario no se detiene y marca el inicio de los tiempos políticos para las elecciones del próximo año. Toda acción del presidente López Obrador debe verse desde la lógica electoral. No existe otro tema o problema que desvíe su atención de ese punto. Todo lo que haga y diga Andrés Manuel será pensando sólo en las elecciones del próximo año. 

Esta semana se conocerán dos reportes importantísimos para conocer la profundidad de la crisis económica y el verdadero riesgo de quiebra inminente de Pemex. Esta semana se darán a conocer los estimados de la caída económica del país para este segundo trimestre, precisamente el trimestre que incluye los meses más fuertes de la cuarentena por el Covid-19, de abril a junio. 

Ya sabemos que, en el sector formal de la economía, se perdió un millón de puestos de trabajo. Es decir, la crisis económica destruyó 5 por ciento de todo el empleo formal que existe en el país. Y si sumamos el impacto en la informalidad, tenemos fácilmente, los 10 millones de mexicanos que han perdido su fuente de ingresos en estos meses. 

La expectativa es que la caída económica ronde los niveles nunca antes vistos en los registros de Inegi: Entre 18 y 20 por ciento.  

De concretarse una caída de ese nivel, entonces es muy probable que nuestra economía mexicana concrete una contracción anual de dos dígitos. Es decir, superior a 10 por ciento. Un nivel nunca antes alcanzado en México, ni en las crisis de Salinas, de Miguel de la Madrid o de López Portillo. 

El otro elemento explosivo será el reporte trimestral financiero de Petróleos de México. El cuál se espera que traiga los peores resultados en la historia de la empresa. Nunca antes, Pemex habrá tenido tal nivel de pérdidas. Primero por una caída fuerte en la producción de petróleo, caída en los precios del barril, caída en las ventas internas de petrolíferos como la gasolina y un incremento en los costos financieros de la deuda de la empresa, producto de un aumento del riesgo y de tasas más altas. 

Esas son las dos bombas que le estallarán al presidente en la cara esta semana. Bombas que seguramente intentará ocultar debajo de la alfombra de la rifa del avión presidencial o de las acusaciones (aún sin pruebas) del enfermito Emilio Lozoya. 

Veremos si su intento de distracción le funciona. 

jl/I