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Mea culpa

La pandemia del Covid-19 puso en jaque a los diputados locales; entendemos que esto los hizo repensar sus acciones y las consecuencias… bueno, eso esperamos porque tras lo ocurrido debieron hacerlo. 

No es casual que casi la mitad de los legisladores hayan dado positivo. Esto solamente se puede explicar desde dos ángulos: uno llevó el virus y contagió a todos, o varios ya lo traían y solamente lo esparcieron entre el resto. Y no es difícil atar cabos y encontrar algunos legisladores que anduvieron de un lado a otro, en actividades partidistas, de grilla, familiares, de relajo o tan siquiera para cortar listones o tomarse la foto con sus simpatizantes. 

Todos están obligados hacer un mea culpa, muy sincero, para reflexionar cuánto se cuidaron, y no hablamos solamente de usar un cubrebocas o de ponerse gel antibacterial, sino de saber si aplicaron la recomendación de “quédate en casa”, y no queremos que la sigan al pie de la letra porque sería utópico exigirlo en los políticos, pero tan siquiera como una guía para saber cuándo están en su casa y cuándo están fuera de ella. 

Desde lejos y revisando sus redes sociales encontramos que muchos no lo hacían de esta forma, estaban relajados yendo de un lado a otro sin preocupaciones; incluso otra muestra son las sesiones virtuales que se realizaron de pleno o comisiones, donde ilógicamente había legisladores que estaban tomando la reunión en tránsito, en su vehículo, lo cual no se justifica si pensamos en que deben haber hecho esa cita como un compromiso de trabajo y que deberían tener todas las condiciones para estar presentes de manera adecuada, y no que les hayan agarrado las prisas yendo a otro lugar cuando se supone que su obligación es estar en esa comisión o en esa sesión. 

Sólo hay que contar cuántos legisladores se fueron a hacer reuniones comiendo en restaurantes o en cafés, o se fueron a comer con sus familias a restaurantes, y no es que los queramos tener en casa, sino que tanta exposición en lugares públicos tiene sus consecuencias. 

Aquí no sabemos quién es el primero que empezó a propagarlo; lo que sí pedimos es que cada uno haga una reflexión interna para que, desde su introspección, pueda darse cuenta del grado de responsabilidad que tiene en este brote. 

Lo más injusto es para sus colaboradores o los trabajadores del Congreso que sí tratan de cuidarse y que no salen de casa más que para ir a trabajar o lo más indispensable y aun así resultaron infectados, y ya no pueden hacer nada cuando van a lugares concurridos, donde están tanto tiempo reunidos en un solo espacio y se vuelven o quedan más vulnerables. 

Hasta el momento la mayoría ha resultado asintomático, pero hay la preocupación de algunos que tienen otras enfermedades y que corren el riesgo de complicaciones, como ya ocurrió en casos que están sanos o son deportistas, pero aun así llegan a estar en el hospital. 

Ojalá que en este recuento de positivos, negativos y asintomáticos no haya nada que lamentar ni personas mayores o recién nacidos o niños que tengan que estar padeciendo por el descuido de otros. 

Este brote en el Congreso local no es algo normal, es atípico, y una muestra son el resto de los estados donde no se está dando. Algo falló. 

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jl/I