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Pacto fiscal

Dice el dicho que cuando el dinero no entra por la puerta, el amor sale por la ventana. El arreglo fiscal de una nación es algo así como el matrimonio y aunque parezca imposible, suele ser aún más complicado. A diferencia del matrimonio (que llega a ser evitable), la organización del poder económico de una sociedad no lo es: peor aún, en nuestra lógica… ¡es un matrimonio entre tres! federación, estados y municipios.  

Si además le seguimos con los requerimientos de los poderes legislativo y judicial, más que tres o cuatro contrayentes le subimos a seis y de ahí para adelante, ya es más bien una orgía financiera. 

Sin embargo, no existe sociedad que pueda vivir sin un orden económico público. Desde los primeros libros del Antiguo Testamento, en el Deuteronomio, la regla está tan clara como los 10 mandamientos: pagarás tus impuestos (el diezmo), si no lo haces, así te va.  

El que el Estado disponga de recursos es comúnmente aceptado. De lo contrario no podríamos decir que “el gobierno debería de hacer esto o aquello”. El problema comienza cuando nos planteamos de dónde pueden salir tales recursos y en qué se deben emplear. ¿Con cuánto debe contribuir la sociedad? ¿Quién debe pagar cuánto para que el Estado tenga recursos?... ¿El poder público federal, los estatales, los municipales?... Luego la pregunta clave: ¿Y quién debe de cobrar? Y de ahí siguen otras más complejas: si el que debe de cobrar (por ejemplo, la federación) le pide a otro (por ejemplo, al gobierno estatal) que cobre a su nombre… ¿cuánto es correcto que se quede de ese dinero el gobierno estatal –o municipal-  por haberle hecho el trabajo al poder federal? Evidentemente vienen después otra serie de preguntas: En qué se va a utilizar el dinero, quiénes son los que más se van a beneficiar, cómo se organiza el gasto, como se rinden cuentas no sólo sobre cuánto se gasta, sino que tan eficiente, equitativa y honestamente se hace el gasto.  

Estas preguntas no tienen una respuesta fácil y menos en México. Es cierto que la federación concentra la mayor parte de los recursos públicos, pero también el que los gobiernos de estados y municipios podrían cobrar más, pero se considera políticamente inaceptable: ¿usted votaría por un partido que le proponga cobrarle más impuestos?  

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jl/I