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Reflexiones sobre el Estado-nación

Esta semana el tema de conversación es la renuncia de 10 gobernadores (incluyendo el de Jalisco) a la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), un organismo que existe desde 2002 para fortalecer el federalismo buscando acercar posturas entre los estados y entre éstos y los distintos poderes del gobierno federal. 

Esta ruptura es un paso más en un proceso de alejamiento de visiones entre este grupo de gobernadores, que han constituido la llamada Alianza Federalista, y el gobierno de la 4T, particularmente en tres puntos: la gestión de la crisis de Covid-19, la promoción de inversión extranjera en el país y la estrategia energética del país. 

A este último movimiento, como ha ocurrido en otros anteriores, el presidente ha aplicado ese doble discurso de “tienen derecho a disentir”, pero “no nos van a hacer cambiar” que termina anulando la posibilidad de diálogo… porque no basta con reconocer la postura del otro, también es necesario estar abierto a negociar para encontrar espacios de consenso. 

Algunos opinan con alarma que esto parece el inicio de una ruptura más profunda del pacto federal que mantiene la cohesión de nuestro territorio; otros, que es una movida política legítima para generar contrapesos frente a un gobierno federal que ha acumulado mucho poder. 

Tomando esto como base y aprovechando que la pandemia nos está haciendo cuestionar muchas cosas que dimos por sentadas por décadas, si no es que un siglo entero, creo que cabe reflexionar sobre hacia dónde van las estructuras de gobierno del mundo. 

Me topé hace poco con el trabajo del ensayista inglés Rana Dasgupta en el que explora una presunta crisis del concepto del Estado-nación. 

Su argumento, que no es fácil de resumir y amerita una reflexión más amplia, es que el sistema de naciones-Estado que se consolidó durante el siglo 20 por un lado facilitó que el mundo se integrara cada vez más, pero, por otro lado, no ha podido manejar la mayor complejidad que esa integración trajo consigo. 

Argumenta que ahora mismo se están viviendo tres crisis simultáneas. Una en los países ricos que, tras sufrir las consecuencias de la globalización como el incremento en la migración y el traslado de empleos a países de bajo costo de mano de obra, están eligiendo líderes aislacionistas y xenófobos. Otra en los países más pobres que en los que gobiernos autoritarios están llenando los vacíos o están viviendo en enfrentamientos civiles extendidos. Y una tercera en la “comunidad internacional”, ese entramado de instituciones globales, que se están dando cuenta que no sirven para mucho si los Estados-nación no le responden a ninguna autoridad mundial superior. 

Lanza un par de preguntas interesantes respecto a este último punto. ¿Se puede considerar a un Estado-nación legítimo si no responde a los intereses de la humanidad completa? ¿Puede un Estado-nación imponer a sus ciudadanos un estado de derecho si él mismo no responde a un estado de derecho internacional? 

Creo sinceramente que los problemas globales como el cambio climático, la migración, el impacto de la automatización en el empleo, el crimen organizado internacional y las pandemias no se pueden resolver con el sistema fragmentado que tenemos hoy en el que cada país hace lo que le da la gana sin responder al resto del mundo por ello. 

De alguna manera la amenaza de ruptura del pacto federal en México, como la ruptura de Trump con algunos gobernadores en Estados Unidos, no es más que un espejo de la misma crisis que está teniendo el mundo por la falta de diálogo y de hacer compromisos entre posturas distintas en un marco institucional que garantice su cumplimiento. 

Hay dos caminos por delante. Uno en el que terminen de colapsar las estructuras de coordinación internacional por el embate de gobernantes nacionalistas y/o autoritarios, y nos lleven a guerras o al estancamiento del progreso humano. Otro en el que podamos construir el equivalente a la ONU que permitió reconstruir al mundo tras la segunda guerra mundial; una nueva estructura, sea una sociedad de naciones o sea una nueva forma de organizar a todos los ciudadanos del mundo, que nos permita atender eficazmente los retos que se nos vienen encima en las próximas décadas. 

Dasgupta piensa que es un proceso que nos puede llevar buena parte de este siglo. 

Twitter: @ortegarance

jl/I