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Mafias, narco y censura la realidad del periodista

(CAMBIOS. En el norte, la presencia del crimen organizado representó en el pasado un gran riesgo, pero hoy el problema son los grupos políticos locales, dice el periodista Édgar Escamilla. Foto: Cortesía EFE)

VERACRUZ. Con profundas cicatrices por la muerte de 27 compañeros y seis desaparecidos en 15 años, los periodistas de Veracruz enfrentan hoy nuevas amenazas personales y al derecho de informar, tal y como refleja el asesinato y decapitación de Julio Valdivia.  

La cobertura de intensos tiroteos poco a poco queda atrás. Quienes ejercen esta profesión en una extensa región territorial en el Golfo de México afrontan un doble obstáculo parecido al de muchas otras regiones de México, considerado uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo.  

Al exterior, a los reporteros veracruzanos los acechan los tentáculos del narcotráfico, autodefensas, cacicazgos, y en el gremio abunda la falta de capacitación, la improvisación y una brutal precariedad laboral.  

De más de 200 periodistas encuestados por la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, 80 por ciento tiene jornadas de más de 8 horas diarias, pocos descansos en fines de semana, sólo a 8 por ciento les pagan horas extras, 24 por ciento disfruta de vacaciones y 73 por ciento reportó salarios mensuales promedio de unos 7 mil 500 pesos.  

En las grandes ciudades, un periodista se emplea hasta en cuatro empresas periodísticas. En zonas rurales, combinan la actividad reporteril con otros oficios, desde taqueros hasta vendedores de tamales. 

Seis periodistas de zonas claves comparten su visión y desafíos en un estado con más de 71 mil km2 de territorio y colindante con siete estados del país.  

Desde la capital veracruzana, la periodista Eirinet Gómez López recuerda que el estado tiene dimensiones de países de Centroamérica y su geografía conlleva una complejidad y problemática particular, con una gran cantidad de intereses gremiales, políticos y sociales.  

“Se requiere tener un gran contexto y preparación académica profesional que nos dé principios básicos del trabajo periodístico. Veracruz tiene puntos ciegos y si es difícil para la autoridad observarlo, como periodista requiere cierta capacidad y preparación”, insiste la corresponsal de La Jornada.  

De los periodistas 47 por ciento reveló contar con estudios de licenciatura y sólo 9 por ciento de posgrado.  

En municipios apartados, un número importante ejercen distintos oficios y saltaron al periodismo como Valdivia, quien había sido policía municipal y luego entró de lleno a la “reporteada”, con pasión y con la misma motivación que lo llevó a, adicionalmente, vender tamales para sobrevivir, según han expresado sus allegados.  

Desde el puerto de Veracruz y con 17 años de fotoperiodista, Patricia Morales admite que para aquellos que estudiaron periodismo o ciencias de la comunicación son complicadas las coberturas, pero lo es aún más, y resultan más peligrosas, para quien no tiene preparación académica.  

“Ahora es más difícil cuando cualquiera puede ser periodista o fotoperiodista, cualquiera agarra una cámara y toma fotos y a los jefes les sale barato eso. El profesional se va haciendo a un lado”, lamenta.  

LA VIOLENCIA ARRECIA  

La composición del narcotráfico en Veracruz se modificó desde 2010, cuando el violento Cártel de los Zetas tenía un dominio territorial de casi 90 por ciento en el estado. Posteriormente, cinco cárteles se “dividieron” el territorio estatal, que entró en una fuerte espiral de violencia, especialmente hasta 2016.  

Desde 2010 a la fecha, la cuota de sangre que debió pagar el periodismo es de 27 comunicadores asesinados (24 en Veracruz y 3 en otros estados) y seis desaparecidos, el vigesimocuarto fue Julio Valdivia, muerto hace una semana.  

“Ha habido una normalización a nivel social, entre colegas y la clase política, y eso es muy malo para los derechos de los colegas porque se tienden a minimizar los riesgos”, lamenta el activista Israel Hernández.  

SILENCIO O BALA  

Las llamadas “zonas silenciadas” se imponen en municipios y amplías regiones.  

El reportero de nota roja del diario El Buen Tono, Gerardo Luna Martínez, realiza coberturas en la región montañosa central. Afirma que continúan altos niveles de violencia relacionada con la disputa de grupos del narcotráfico, lo que mantiene riesgos fuertes con un salario raquítico.  

En el sur, se enfrentan a problemas de estados colindantes como Oaxaca, Chiapas y Tabasco, regiones con altos niveles de pobreza y una fatídica industria del secuestro y de mafias de tráfico de migrantes.  

“De 5 años a la fecha nos tenemos que cuidar más y tomar medidas de seguridad”, afirma Armando Serrano, con 10 años de experiencia y quien trabaja en el diario Presencia.  

A la cobertura de disputas entre cárteles, se añadieron los rifirrafes con las autodefensas, grupos de ciudadanos, en su mayoría ganaderos, fuertemente armados con quienes han tenido roces. 

CENSURA POLÍTICA  

En el norte, la presencia del crimen organizado y sus vastos tentáculos representó en el pasado un grave riesgo, pero hoy, dice el periodista Édgar Escamilla, el problema son los grupos políticos locales.  

Uno de los casos más tristemente icónicos fue el asesinato del fotoperiodista Rubén Espinosa y la activista Nadia Vera, en un quíntuple homicidio en la Ciudad de México en 2015.  

Ambos habían huido de Veracruz alegando amenazas y hostigamiento del gobernador estatal de entonces, hoy preso por corrupción, Javier Duarte.  

Escamilla también denunció la creciente precariedad en el gremio periodístico. “Hay empresas que pagan 50 pesos por nota publicada o 2 mil pesos a la quincena con entrega de cuatro, cinco, seis, siete, ocho notas diarias. Sin equipo para trabajar, sin vehículos, no hay prestaciones, es una constante”, denuncia el recién galardonado con el Premio Estatal de Periodismo de Investigación.  

FRASES 

“Hay empresas que pagan 50 pesos por nota publicada o 2 mil pesos a la quincena con entrega de cuatro, cinco, seis, siete, ocho notas diarias. Sin equipo para trabajar, sin vehículos, no hay prestaciones, es una constante”: Édgar EscamillaPeriodista  

“Ahora es más difícil cuando cualquiera puede ser periodista o fotoperiodista, cualquiera agarra una cámara y toma fotos y a los jefes les sale barato eso. El profesional se va haciendo a un lado”: Eirinet Gómez López, Periodista 

CIFRAS 

  • 79 por ciento de los encuestados tiene dependientes económicos y la mayoría no goza de prestaciones laborales 
  • 46 por ciento carece de vivienda propia 

jl/I