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El abrazo de Acatempan

El pasado 28 de septiembre se cumplieron 199 años de la consumación de la Independencia mexicana. Empero, no hubo actos oficiales, ni siquiera un video desde Palacio Nacional, para conmemorar esta fecha, quizá la más trascendental en la historia del país. De manera tímida, casi timorata, algunos políticos del partido gobernante subieron mensajes en las redes sociales, festejando la entrada del Ejército Trigarante, sin mencionar los nombres de quienes condujeron en la parte final la guerra de la Independencia: Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero. 

Hacia 1820 el movimiento independentista se encontraba prácticamente liquidado, solamente quedaban en pie de lucha las guerrillas de Vicente Guerrero y las fuerzas de Guadalupe Victoria en la selva veracruzana. Con la intención de exterminar la insurrección el virrey Juan Ruiz de Apodaca designa a Agustín de Iturbide como comandante del Ejército realista, con la misión de combatir a Guerrero. Luego de una serie de enfrentamientos, entre ellos la derrota infringida a los realistas en la célebre batalla de Zapotepec, Iturbide ofrece el indulto. El jefe insurgente lo rechaza, y a su vez invita al militar realista a sumarse a la causa de la independencia. El gesto de Guerrero, que anteriormente lo había realizado con el coronel Armijo, partía de su reconocimiento de la imposibilidad de lograr la independencia mediante el recurso de las fuerzas insurgentes. Iturbide por su parte, reconoce la superioridad estratégica de las fuerzas de Guerrero sobre el territorio y la enorme dificultad que representaba vencerlo. Con intenciones diferentes, pero animados ambos con el propósito de dar fin a una larga contienda, convinieron en reunirse para sellar el acuerdo. 

El evento tuvo lugar del 10 de febrero de 1821 en el poblado de Acatempan. En ese lugar, de acuerdo con el relato de algunos historiadores, el jefe insurgente y el comandante realista se fundieron en un abrazo. Aunque Lucas Alamán dice que eso nunca ocurrió, en la narrativa de la historia nacional el abrazo se ha convertido en el gesto simbólico de culminación de la guerra y el inicio de la independencia. El 24 de febrero, producto de los acuerdos, Agustín de Iturbide redacta y proclama el Plan de Iguala o de las Tres Garantías, mediante el cual se conformaba el Ejército Trigarante en el que se fusionaron las fuerzas insurgentes y realistas, encargado de cumplir el plan que demandaba: el establecimiento del catolicismo como religión única, la unión de todos los grupos sociales y la independencia de México, bajo el régimen de monarquía constitucional. Tras la proclamación, el virrey de Apodaca destituye a Iturbide y lo acusa de traición. Empero, sus esfuerzos por derrotarlo son infructuosos y el propio virrey es depuesto el 5 de julio de 1821. El 24 de agosto, se realiza la entrevista ente Iturbide y Juan O’Donojú, el último virrey de España, en la que firman el Tratado de Córdoba, que ratificaba en lo esencial el Plan de Iguala. Finalmente, el 28 de septiembre de 1821, en Palacio Nacional se firma el Acta de la Independencia y con ella la consumación del movimiento iniciado por Hidalgo y Morelos. El primer firmante es Agustín Iturbide y entre los signatarios no figura Vicente Guerrero. 

El próximo año se llevará a cabo la conmemoración del bicentenario del México independiente. Ojalá que, para entonces, el espíritu del abrazo de Acatempan se haga presente en el ánimo de los mexicanos. 

Con esta columna, INTUICIONES cierra su ciclo iniciado el 18 de junio de 2015. Luego de 227 entregas se impone abrir un receso para una reflexión más sosegada y atender los pendientes académicos. Mi agradecimiento a Sergio René de Dios por su invitación, que me permitió asomarme al mundo del periodismo, y mi reconocimiento a Guillermo Ortega por el respeto irrestricto al contenido de mis textos. Me enorgullece haber formado parte de las plumas que aloja NTR. Mi gratitud, sobre todo, a los lectores, por el tiempo que le concedieron a mis opiniones. 

Twitter: @fracegon

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