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Yo tengo otros datos

No volveremos a clases. El gobernador Enrique Alfaro anunció el botón de emergencia con medidas aplicables para el 30 de octubre y durante 14 días siguientes. Se suspenden actividades nocturnas, dos fines de semana sin salir de casa y únicamente la actividad industrial de producción continuaría si se contara con transporte propio de personal; el transporte público parará a partir de las 8 de la noche, se evitarán reuniones y aglomeraciones innecesarias, tratando de cortar la cadena de contagios. 

Mientras tanto, la brecha educativa se hace cada vez más grande, porque aunque pareciera que la tecnología y la virtualidad nos pudieran ofrecer el mismo servicio a los estudiantes, los datos que tenemos son otros. En un colegio he visto maestros y directivos hacer un cronograma donde lo mismo hay concursos que festivales, convivios, clases entretenidas. Lo digital se volvió una oportunidad, no tienen límites de espacio, tiempo o recursos. Utilizan aplicaciones para crear contenidos. 

Hacen presentaciones interactivas y juegos. Los maestros preparan clases con fotografías y videos que editan y suben a redes sociales desde sus smartphones. Enseñan a sus alumnos cada día una nueva aplicación de las muchas que hay en Internet y que son gratuitas. 

La institución evalúa sus procesos y servicios por medio de la plataforma Picmonkey o SurveyMonkey enviando encuestas en los celulares. Aun así, estos meses no han sido nada fáciles para padres, maestros y alumnos. Existe otra realidad, la del maestro que no ha querido invertir tiempo y esfuerzo para aprender las herramientas tecnológicas gratuitas que hoy están a su disposición. 

La del padre de familia que no quiere o no puede invertir en adquirir paqueterías para el aprendizaje de los hijos, los que sus teléfonos no cuentan con planes de Internet ilimitado y que las cargas que hacen en la tienda de autoservicio son nada para atender la demanda de los hijos. 

Las rancherías y pueblos que no cuentan con señal. Aun en las grandes ciudades como Guadalajara tenemos maestros que dan el mínimo esfuerzo. Se conectan a clases virtuales después de las 12. Avisan por WhatsApp a la 1 de la tarde por medio del grupo que la tarea del día ya la pueden encontrar y que tienen hasta las seis de la tarde para entregarla y enviarla al correo. 

Maestros que mandan sacar fotocopias todos los días, dañando su precaria economía. Maestros que de plano pidieron ir a comprar a la papelería un cuaderno de trabajo o una guía de una editorial y entregarla al final del mes para evaluar. En la realidad lo que está ocurriendo en educación es una desgracia y digan lo que digan de manera oficial, nosotros tenemos otros datos. La brecha educativa se ensancha y es otro daño colateral de la pandemia. 

jl/I