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Como anillo al dedo

Después de asistir a un concierto en el Palacio de los Deportes el 3 de marzo y de presentar síntomas seis días después, Carlos Hernández, diabético de 41 años, murió el 18 de marzo, convirtiéndose así en el primer deceso por coronavirus en el país. De acuerdo con cifras oficiales, el miércoles 18 de noviembre han ocurrido 99 mil 528 defunciones acumuladas desde que falleciera el aficionado al rock, a los videojuegos y al mezcal. 

De seguro, hoy viernes ya se habrán rebasado los 100 mil decesos por el Covid-19: 40 mil muertes más que el “escenario catastrófico” estimado por el subsecretario López-Gatell, cifra a la que habrá de agregarle el más de millón de contagiados confirmados hasta la fecha (además, de acuerdo con expertos, la cifra oficial deberá ser multiplicado por 2.7 o 3 para tener la cifra real). 

La respuesta del gobierno federal para el control de la pandemia ha sido errónea, irresponsable y criminal. El atinado calificativo (le cae como anillo al dedo) de la senadora Lilly Téllez a López-Gatell de “pequeño virrey de las camas vacías y de los muertos en casa” es respaldado por las cifras de la Universidad Johns Hopkins con una tasa de letalidad de 9.8 por ciento para encontrarse en los 10 países con mayor mortalidad en el mundo. También, México está entre los países con menos pruebas, esenciales para romper las cadenas de infección. 

La estrategia de la 4T ha sido la reiterada obstinación en negar la eficiencia del uso de cubrebocas; las tardeadas (que luego repite en la mañaneras) del subsecretario para dar a conocer las estadísticas y politizar (“necropolítica”, Germán Martínez dixit) la ausencia de estrategia y sólo culpar a los gobiernos del pasado y la mala alimentación de los mexicanos; declarar ad nauseam que se ha logrado “aplanar la curva” y que la estrategia está funcionando, entre otros. 

Sin embargo, lo más desafortunado ha sido lo declarado el 2 de abril (cuando tan sólo se contabilizaban 13 defunciones) por el presidente López Obrador de que la pandemia había quedado como “anillo al dedo” para “afianzar el propósito de la transformación” (4T, pues). A más de 100 mil decesos, la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndida Sandoval, volvió a utilizar la frase en la semana para valorar los resultados de la pandemia, mostrando una indolencia supina hacia las víctimas. 

¿Les habrá caído como “anillo al dedo” a los familiares y amigos de los 100 mil muertos por el virus, que en su mayoría han sido los trabajadores manuales o pobres, sin estudios? ¿Les habrá caído como “anillo al dedo” a los más de 12 millones de mexicanos que descenderán a pobreza extrema? ¿Les habrá quedado “como anillo al dedo” al más del millón de trabajadores que perdieron su empleo por la pandemia? 

De acuerdo con la Encuesta de Acceso a la Salud y Estado de Derecho en el marco del Covid-19, levantada por The World Justice Project (Proyecto de Justicia Mundial), los tres impactos más frecuentes son los problemas financieros, enfermedades producidas por el estrés y el apuro por buscar otro empleo; 48.3 por ciento de las personas con trabajo ha visto afectado su ingreso; la pandemia ha afectado en mayor medida a los grupos en situación de vulnerabilidad, y 66.2 por ciento de las personas encuestadas consideran que el sistema de salud no garantiza la salud de todas las personas. 

Contrario a lo que piensan algunos funcionarios de la 4T, la pandemia no les caerá como “anillo al dedo”: la emergencia sanitaria desnudará su demagogia rampante, su falta de coordinación, su incapacidad para gobernar y su pésimo manejo de la economía. 

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