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Cuento para dos nietos esperando a mamá

Hace 38 días que Zayra Leticia Morales Loyola, una chica de cabello largo y ojos tiernos, es buscada sin descanso por su familia, amigos y vecinos en Santa María Xochixtlapilco, una comunidad de Huajuapan de León, en la región mixteca de Oaxaca. 

Zayra y sus dos hijos, uno de 9 y otro de 6 años, siempre han vivido con su mamá Luz María Leticia Loyola. Y fue desaparecida a unos pasos de su casa el viernes 23 de octubre, pasadas las 10 de la noche. Un día después de cumplir 29 años. 

Esa noche, el 23, había llegado con tacos para la cena de los niños, y como la abuelita acababa de encargarles unas hamburguesas de un negocio a la vuelta de casa, Zayra fue a cancelar el pedido. Llevaba el celular y desde entonces no ha vuelto a ser respondido. 

A ratos los niños le preguntan a su abue Luz María dónde está su mamá, cuándo va a venir; ella entonces les narra el cuento de un bosque, como el de Hansel y Gretel. 

Les dice que había dos niñitos que fueron al bosque a traer leña para su mamá e iban echando maicitos en el camino para no perderse al regresar. 

“Pero no vieron que un pajarito los iba siguiendo y se estaba come y come los maicitos, y cuando quisieron regresar no había maicitos, les digo. Todos los maicitos se los comió el pajarito. Los niños se perdieron, anduvieron busque y busque y encontraron una casa que era una casa abandonada, ahí se quedaron y se volvieron grandes y fuertes, e hicieron otra cabañita. Así me los traigo”, cuenta la madre de Zayra, una mujer de 64. 

Los niños preguntan, ¿y mi mamá? 

Luz María adapta la historia: “Tu mamá, ya sabes que fue a cancelar la cena y fue tirando migajitas de pan, de pan, de pan en el camino, pero no se fijó que hay un perritito –que aquí tenemos, me explica– que se los fue comiendo. Y tu mamá ya no encuentra el camino, cuando lo encuentre ella va a regresar. No sé, el jueves, el lunes, mañana”. 

Después del cuento los pone a orar para que pidan a Dios que cuide a Zayra y regrese pronto. Y así los duerme. En las mañanas, Luz María los abraza, los besa, les prepara el desayuno, les dice que los quiere y que los ama, que no se salgan a la calle si ella no está. 

En 38 días, Luz María, su esposo y su otra hija han sido apoyados por vecinos y mujeres de colectivos para peinar ríos, montes y parajes. Han ido a otras ciudades como Teposcolula, Tlaxiaco o Ixtlahuaca. Han pegado lonas y han repartido volantes con fotos de Zayra, una vestida de color naranja y flores moradas, otra donde lleva un vestido rosa y aretes pequeños. Sonriente siempre. Han colocado hojas de búsqueda ante las Suburban que hacen de transporte público en su localidad, en los taxis, en camiones, en negocios. Han hecho manifestaciones en el zócalo y están dispuestas a hacer más. 

A Luz María las autoridades le dijeron que debía esperar 72 horas para interponer una denuncia por la desaparición de su hija; debieron hacerlo desde el minuto uno porque es un mandato, una ley, en el país. Perdieron tiempo, el tiempo más preciado para comenzar a buscarla, como en otros miles de casos. 

Organizaciones locales alertan de 900 mujeres reportadas como desaparecidas de 2016 a la fecha, 30 casos solo en octubre pasado y un incremento de los feminicidios. 

A la abuela de los niños la han visitado hasta su casa el fiscal oaxaqueño, Rubén Vasconcelos, y el fiscal regional de Huajuapan. Tienen los videos de las cámaras cercanas esa noche, tienen la sábana de llamadas del celular de Zayra, la última llamada es de las 10:20 pm. 

“No me dicen quién”, dice Luz María. 

“El dolor se me está volviendo coraje y odio, si me dicen lo mismo, que no hay avances, tomaré otras alternativas. A ver si junto a la gente en mi pueblo para ir a cerrar algunos lugares, algunos lugares estratégicos, no lo sé”. 

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