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La comodidad del falso éxito

¿La nueva normalidad será una vuelta a los índices criminales de años anteriores? Aunque el gobierno del estado se niega a admitirlo, el gran logro de reducción de delitos denunciados el año que recién terminó no se debió a una exitosa estrategia de seguridad, sino a un efecto colateral de la pandemia. 

Con la reactivación económica, los reportes de incidencia delictiva han tenido patrones de incremento y de reducción similares a los de confinamiento. Los principales resultados han sido caídas drásticas de delitos en marzo, abril y noviembre, períodos en que en Jalisco se vivieron las etapas más vigiladas de restricciones a las actividades comerciales y a la movilidad. 

Pero es claro que el botón de emergencia y el botón navideño no son estrategia de seguridad sostenible, considerando que implica para toda la sociedad una parálisis en lo económico, en lo laboral, en lo social. 

Recapitulando las tendencias de 2020 se puede advertir que los homicidios tienen una reducción marginal en la cantidad de víctimas. El gobierno del estado no considera a las víctimas en sus indicadores oficiales de Mide Jalisco, sino solo la cantidad de investigaciones. 

Este año los multihomicidios se han multiplicado exponencialmente con el hallazgo de fosas clandestinas más que ningún otro año en la historia, ya que corresponden a la mitad de las víctimas de los últimos 12 años. 

También el fenómeno de las ejecuciones de muchas personas se ha acentuado este año con familias enteras masacradas durante ataques criminales. 

Si de este 2020 podemos esperar que no sobrepase las mil 800 investigaciones por feminicidios y homicidios, comparado con casi 2 mil 100 de 2019, en cambio podemos esperar que prácticamente igualará la cifra de alrededor de 2 mil 700 personas asesinadas. Las personas son quienes importan. 

Y la estadística podría tardar varios meses más en alcanzar la cifra definitiva, considerando que los resultados de confrontas genéticas para determinar que distintas partes humanas corresponden a un solo cuerpo pueden tardar varias semanas en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF). 

Engañosamente, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez y su equipo del gabinete de seguridad han enfocado sus informes en la reducción de índices delictivos correspondientes a robos patrimoniales como los cometidos en agravio de transeúntes y cometidos en casas habitación, por ejemplo. Pero si tenemos 40 por ciento menos movilidad de personas en la calle, claro que es natural que haya una proporción similar de disminución de delitos en su contra. Si la gente está confinada en sus casas también es natural que para un ladrón sea mucho más complicado cometer robos en el ámbito del hogar. Si la Policía tiene menos personas que vigilar es natural que puedan desempeñar su labor con mayor eficacia. 

Significa que las instituciones han podido operar con mayor comodidad en el ámbito de la seguridad e incluso de la procuración de justicia, con un elemento disuasorio para que las personas agraviadas por delitos acudan a denunciar, como parte de las precauciones contra los contagios por la pandemia. La cifra negra no ha tenido una reducción significativa, según los datos preliminares disponibles a través de encuestas. 

El peligro es que esa comodidad se extienda una vez que durante este año las vacunas y otros factores permitan que las actividades humanas vuelvan a tener un ritmo como el previo a la pandemia y que, dormidas en sus laureles, las policías municipales, estatales, las fuerzas federales y las fiscalías se estanquen en la autocomplacencia del falso éxito. El peligro es que el dinamismo de la nueva normalidad las sobrepase. 

Twitter: @levario_j

jl/I