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Para qué

Que denuncien ante las autoridades correspondientes está entre lo primero que las voces –cercanas y lejanas, anónimas y con rostro, en vivo o desde las redes sociales o el vasto mundo de Internet– les suelen decir a las mujeres que revelan haber sido víctimas de violencia machista. 

Que denuncien ante las autoridades, que porque de nada sirve hablar y acusar sin pruebas, que es muy fácil escribir cualquier historia culpando a alguien o hacer un video en el que se cuente la historia de terror sufrida a manos de una pareja violenta, un amigo borracho, un jefe chantajista, un hijo maltratador... 

Que denuncien ante las autoridades, porque, si no, lo que esas mujeres expresan son mentiras, es fruto de su imaginación, es una verdad a medias, porque siempre hay dos (o más) partes en un cuento de este tipo... 

Que denuncien ante las autoridades, porque se tardaron mucho, tal vez semanas, meses o hasta años, en contar lo que les pasó; porque, según esos dedos acusadores, debieron hacerlo de inmediato, como si no hubiera un trauma que asimilar, como si ellas no prefirieran enterrar en lo más profundo de su memoria lo que pasaron, para que duela menos, para no azotarse con la culpa, con el miedo, con el enojo, con la decepción… 

Que denuncien ante las autoridades o que, cuando menos, a todos esos jueces erigidos desde quién sabe dónde, les presenten las pruebas fehacientes y que no dejen lugar a dudas de que ellas fueron víctimas de maltratos, como si además eso fuera garantía; como si presentar una foto o un video hicieran que ya no las menospreciaran, pero sabemos que eso tampoco ocurre así, porque si hay un video, una foto, una mínima prueba, entonces saldrá algo más para restar de nuevo la credibilidad de esa joven golpeada, de esa mujer violada, de esa menor acosada en la escuela… 

Que denuncien ante las autoridades porque cualquiera podría inventarse una historia para desprestigiar a ese académico renombrado, a ese músico famoso, a ese actor camino al estrellato, a esa joven promesa del mundo empresarial, como si no entendieran que no hay lógica alguna en inventar ese tipo de experiencias cuando se sabe de antemano la tormenta de violencia, acusaciones, amenazas y crueldad a la que se enfrentarán las mujeres que decidan hablar. 

Que denuncien ante las autoridades, exigen, aunque para Mariana Sánchez, de 24 años, no haya habido respuesta. Porque, aunque denunció que fue abusada sexualmente por su compañero en una comunidad de Chiapas, donde ambos, como egresados de medicina, hacían sus prácticas, la dejaron en la indefensión. Denunció y su denuncia sólo sirvió para llenar carpetas, porque al final no pudo más y esta joven profesionista presuntamente acabó con su vida. 

Que denuncien ante las autoridades, machacan, como si Tephy Negreros, una mujer que vive en Guatemala, no hubiera evidenciado que, en su intento de interponer una denuncia ante el Ministerio Público y aunque explicó varias veces su situación, la regresaron a hacer su trámite en línea, desde casa, cuando la persona que la violenta vive en su mismo edificio de departamentos, un hombre “con dinero” al que rechazó. “La violencia contra la mujer no sucede porque no hablamos, sucede porque nadie escucha”, lapidó en su tuit. 

Que denuncien ante las autoridades, reiteran, aunque tus violentadores sean empresarios y gobernadores, e instancia tras instancia se deseche tu caso, aunque incluso debas irte de tu país, sin importar que seas una periodista renombrada, por el temor a que atenten contra tu vida. Aunque tarden 13 años en determinar que el Estado debía procesar, juzgar y castigar a los responsables. 

Que denuncien, como si eso hiciera la diferencia. 

Que denuncien… 

Twitter: @perlavelasco

jl/I