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¿Quién gobierna la frontera?

En México los diarios han dejado de nombrar a Los Zetas, pero del lado texano siguen presentes en las narraciones de los inmigrantes que intentan cruzar la frontera y entre quienes se han quedado en el camino. 

Y Los Zetas, lo hemos conocido en las últimas décadas, puede ser un ex militar de élite, un civil armado, un policía de cualquier nivel o gobernantes de alto rango. Al ex gobernador de Tamaulipas que está preso en Texas, Tomás Yarrington, lo llamaban el Zeta 1, según la investigación en Estados Unidos. Otros funcionarios que han sido ligados con este grupo son Eugenio Hernández, Humberto Moreira, Fidel Herrera y Javier Duarte. 

Aunque leamos en la prensa esporádicamente sobre ellos, Los Zetas siguen estando en los relatos de las familias en Estados Unidos que deben pagar los rescates con dólares. Y continúan en las historias de viajeros extorsionados que van a sus pueblos por las carreteras mexicanas, sobre todo las de Tamaulipas. 

J. es una mexicana con residencia en Dallas y al menos dos veces por año va a su pueblo. Lleva ropa y otros artículos cargados en una camioneta, y carga dinero extra para pagar a quien le exige dinero para transitar: “Los Zetas son los que piden cruzando la frontera”. 

L. es un chico que estuvo en la cárcel de Dallas un par de meses en 2020. Dos muchachos en el pabellón donde él estaba, cuenta, eran zetas; así se presentaban y decían a los otros presos que los habían detenido por traficar armas de alto calibre a México por la frontera con Texas. 

Un hombre al que nombraremos E. recibió también el año pasado una llamada en la madrugada: era su hijo diciéndole que lo habían agarrado los de la última letra, que le habían quitado el tráiler de la compañía para la que trabajaba, y que si no lo entregaba lo iban a enterrar en una fosa que estaba junto a él. 

Hace meses, una familia de Veracruz en Dallas consiguió dinero para pagar la primera mitad de los 8 mil dólares que les cobraba un coyote a uno de sus sobrinos para atravesar por el río Bravo y dejarlo en la ciudad de San Antonio. 

El muchacho de 26 años había salido de un poblado llamado Aguilera, acompañado de uno de sus mejores amigos. Iban en un grupo grande dividido en tres, cada uno con un coyote al frente. Cuando llegaron a Nuevo Laredo los encerraron en una casa, pero sin llave, les dijeron que estuvieran listos, que no se quitaran ni los zapatos, que cuando llegara la hora iban a ir por ellos. 

Llegó el momento, los muchachos y los tres grupos avanzaron hacia el río Bravo. A unos los agarró la migra, pero el sobrino y su amigo alcanzaron a dar la vuelta y correr hacia el lado mexicano. De los tres coyotes solo quedó uno, quien les dijo que se fueran con él. 

El nuevo coyote los llevó a otra casa, les dio de comer y los encerró, ahora sí, bajo llave. Les dijo que las cosas habían cambiado, que debían pagar los 8 mil dólares completos, que si tenían parientes en Estados Unidos, que si tenían sus teléfonos. Ellos mintieron y dijeron que no, que eran de Monterrey. Los presionaron más y los amenazaron. 

Otro hombre llegó más tarde haciéndose el bueno, entró a donde los tenían encerrados y les dijo que eran de Los Zetas: “Estos cabrones los quieren secuestrar, los voy a ayudar, duérmanse con zapatos, chamarra y todo”. Como a las 3 de la madrugada les abrió y los sacó caminando, haciendo rodeos, luego tomaron un taxi y les compró el primer boleto con destino a Monterrey. 

El sobrino y su amigo habían salvado la vida y perdido, cada uno, 4 mil dólares del adelanto para el primer coyote. 

Los Zetas que masacraron a los más de 72 migrantes en San Fernando, que asesinaron a un número incuantificable de personas en Allende, que enterraron y calcinaron a centenares de personas a lo largo del país siguen teniendo parte del control de la frontera. 

¿Ahora bajo qué mando? 

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