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Las redes, a debate

Ahora que se materializó una iniciativa para regular las redes sociales en México, promovida por el senador morenista Ricardo Monreal, debemos entrarle a debatir si esto será viable para mejorar la libertad de expresión en nuestro país o no. 

Las redes sociales son el escenario cotidiano donde cada día se soslaya el intercambio de ideas y argumentos y, en cambio, se divulgan escupitajos verbales sin mayor fondo u objetivo que la agresión. 

Hace algunas décadas, la gran mayoría de esas críticas se quedaban en las discusiones de café y regularmente era con compinches que compartían puntos de vista. Los medios de comunicación tradicionales detentamos, durante mucho tiempo, de esa voz que (nos repetíamos hasta la inconsciencia) “representaba” a la gente. 

Para bien y para mal, con sus limitaciones y aciertos, logramos sortear la férrea censura oficial que existía en la época priista. Tal concentración de poder en los opinadores o periodistas fue también sinónimo de colosales errores. Antes no era mejor. 

Las redes sociales se popularizaron en este siglo. En unos cuantos años se convirtieron en el termómetro social más eficiente. Con el tiempo, como buena expresión de la naturaleza humana, los debates comenzaron a tornarse violentos. Demasiado odio contenido persiste en discusiones sin importar la temática: política, deportiva, comercial, artística. Matizo: sólo me refiero al espectro más radical. 

Las social media también han sido el escenario de encuentros y reencuentros, de acciones sociales magníficas, de expresiones de belleza, humor y entretenimiento que han mejorado nuestra calidad de vida. 

¿Esa voz plural de las redes sociales que vencieron a la concentración de los medios tradicionales requiere una regulación? Mi respuesta inicial es no. Sin embargo, le doy la bienvenida a la discusión. 

Tras leer las 52 fojas de la iniciativa de Monreal, misma que dedica más de la mitad de su contenido a justificarla con un largo contexto nacional e internacional, considero: 

Primero, el IFT deberá aprobar los términos y las condiciones de las empresas para suspender una cuenta o eliminar un contenido. También exige que la cancelación definitiva de una cuenta debe ser aprobada por una persona y no por tecnologías automatizadas, aspectos duramente criticados por la Asociación Latinoamericana de Internet (Alai), entidad que representa a Google y Facebook, entre otras. 

La suspensión se podrá lograr si se acredita que el contenido difundido “ataca la moral y el orden público, la vida privada y los derechos de terceros, se provoque algún delito o se perturbe el orden público”. El concepto de moral siempre me ha parecido resbaloso y poco abarcable. ¿Quién define lo moral? 

Aunque también afirma que las redes sociales autorizadas deben incluir un procedimiento interno para que sus usuarios puedan impugnar… algo que ya sucede. 

La Alai afirma que el proyecto de ley “tendría claras implicaciones y riesgos significativos en la libertad de expresión (…). Lo anterior aunado a que no es facultad del regulador de telecomunicaciones decidir en materia de libertad de expresión”. 

Artículo 19 destaca al respecto que “la colonización gubernamental de Internet busca romper con su potencial democratizador y en el ejercicio de derechos”. También señala que Monreal ha sido contradictorio y que apenas en mayo pasado consideraba que las redes no se debían regular. 

El debate apenas inicia. Hay consideraciones éticas, legales y comerciales, multas millonarias y, sobre todo, la intención política de proteger por encima de todo a las “benditas redes sociales” del presidente que son uno de los grandes acicates que provocan las discusiones descarnadas que ahora pretenden regular. 

Twitter: @cabanillas75

jl/I