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El “ya chole” del señor presidente

Cuando estaba en campaña presidencial, Andrés Manuel López Obrador organizó una serie de diálogos con colectivos de familiares de personas desaparecidas y víctimas de la violencia. A dondequiera que iba, detenía el paso y saludaba a las mamás en busca de sus hijos, les sonreía, les daba esperanza. Como candidato, prometió justicia transicional. Pero de eso sólo quedan declaraciones y fotos. 

El sábado 20 de febrero, mientras decenas de familiares de víctimas de las múltiples violencias en el país lo esperaban en Tijuana para hablar con él, “aunque fuera un minuto”, el presidente no tuvo tiempo para ellas, pero sí para estar con personal castrense e inaugurar un nuevo cuartel de la Guardia Nacional. 

Videos y fotografías de la prensa en Tijuana muestran a un remolino de gente gritando, clamando, implorando un minuto al señor presidente, mientras su automóvil sigue avanzando y él solo mira desde el otro lado de la ventanilla cerrada. 

La señora Iris Ávila, una mujer blanca y de ojos claros, terminó en el suelo entre los apretujones y tuvo que ser atendida por paramédicos, reportó la prensa. Otros familiares fueron golpeados por personal de seguridad, armado y vestido de civil, que custodiaba a López Obrador, me contó el domingo Karla Benson, la vicepresidente del colectivo Todos Somos Erik Carrillo. 

Es la voz de Ávila una de las que más sobresalen en los videos, su voz es potente y también su llanto. Su hijo Héctor Javier Martínez Ávila, un chico de 17 años, fue desaparecido el 31 de enero pasado en la calle Mazatlán de la ciudad de Rosarito, Baja California. Policías de Rosarito lo detuvieron a él y a sus amigos; a los amigos los llevaron a una delegación, pero él no ha aparecido. 

Héctor Javier es estudiante y juega beisbol con el Club Camarones, es seleccionado nacional e internacional. Los Diablos Rojos de Oaxaca acaban de ficharlo. La última vez que lo vieron vestía con una camisa negra, pantalón Levi’s, tenis Nike y manejaba un Chrysler 200 blanco, le dijo la mamá a la prensa. 

“Aparecieron sus compañeros y él nunca, ¿dónde dejaron a mi hijo?, ¿dónde está mi hijo? No está en ningún lado”, les dijo Ávila a los reporteros locales. 

“No somos escuchados en ningún lado, vamos a la delegación y nos ignoran, nos hacen muchas preguntas y más preguntas, quieren que resolvamos los casos cuando el trabajo es de ellos y no de nosotras”. 

–Oiga, ¿le decepcionó la actitud del presidente? –se escucha la voz de un reportero. 

–Sí –dice ella, llorando–. ¿Por qué nunca se bajó?, ¿por qué nos jalonearon? 

–¿Cuando se acercó, le dijo algo, alguna señal? 

–No dijo nada, nunca bajó el vidrio. 

–¿Alguien del equipo del presidente tomó su contacto? 

–Nadie. 

–Si el presidente viera este video, ¿qué le diría? 

–Que no esperaba eso de él, porque creíamos en él, porque mi hijo que es menor creyó en él y nos ha desilusionado, no pensé en esta actitud tan mal. 

Ávila llora con más fuerza y mucho enojo. 

–(El presidente) nunca sintió el dolor, fue muy indiferente a nosotros. 

Otra mujer pudo burlar las vallas de los servidores de la nación y se acercó al cristal; sólo alcanzó a decirle que a su hermana la habían asesinado y no estaba clasificado como feminicidio, que el gobernador no la escuchaba. El carro tampoco se detuvo y más mujeres se pusieron frente al cofre con pancartas, gritando el nombre de muertos y desaparecidos. 

Hace unos días, cuestionado por las denuncias de abuso sexual y violación contra su amigo Félix Salgado Macedonio, López Obrador quiso zanjar el tema con un “ya chole”. 

Lo que ya chole es la indiferencia, el encubrimiento y la indolencia del señor presidente. 

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jl/I