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Sensación y opacidad en inseguridad

La percepción es ahora la principal preocupación del gobierno de Jalisco en materia de seguridad. Y en verdad es un aspecto muy importante de este tema crucial que nos aqueja y nos lacera, pero las razones para buscar incidir en la sensación de inseguridad y las formas de hacerlo que recién se echaron a andar tienen tintes siniestros. 

Y por siniestros hay que pensar, desde luego, en políticas electoreras. Nada más peligroso que una política electorera en seguridad y procuración de justicia, en contraparte a una política criminal que atienda puntualmente las necesidades de la sociedad. 

Hace ocho días, la Fiscalía del Estado anunció que iniciará un ejercicio de comunicación con dos ruedas de prensa a la semana. El primer día será para establecer su agenda, los martes, con los temas que arbitrariamente la dependencia quiera posicionar en la cobertura informativa de los medios de comunicación. La segunda, en teoría, sería para responder a aquellos temas cuyo seguimiento interesa a la prensa. 

Iniciamos el martes con una recapitulación semanal de las acciones de procuración de justicia, como órdenes de aprehensión cumplimentadas, vinculaciones a proceso, carpetas de investigación. El contexto es favorable para que la fiscalía aparente una mejoría en su desempeño, debido a que en general hay una disminución de carpetas de investigación iniciadas por querella de parte o denuncia, motivada principalmente por las restricciones a las actividades económicas, la menor movilidad y la mayor presencia de la gente en sus casas con motivo de la pandemia. 

Comparativamente es previsible que cada semana la fiscalía anunciará una disminución de denuncias en comparación con la situación que se vivía hace uno a tres años, cuando se vivieron las etapas más difíciles por criminalidad en el estado. Es una falsa sensación de triunfo que en verdad no significa una mejoría en los procesos de la fiscalía ni una transformación de su perspectiva de procuración de justicia. 

Electoralmente eso será favorable para los gobiernos estatal y federal. La percepción de inseguridad no ha disminuido en absoluto al ritmo de las tasas delictivas y, definitivamente, es un indicador a tomar en cuenta acerca de lo que vive la sociedad en un plano distinto al estadístico. La cantidad de delitos sin denunciar o cifra negra continúa siendo la inmensa mayoría, con más de nueve de cada 10. Por ello, la disminución oficial solamente nos da idea de cierto tipo de delitos para los cuales es necesaria la denuncia como parte de trámites legales en materia de seguros y restitución de documentos. 

Del otro lado están los delitos en los hogares, aquellos sobre los cuales el gobernador Enrique Alfaro Ramírez dice que no tiene manera de intervenir porque pasan en las familias. También están los homicidios, que se han reducido quizás en cantidad de víctimas de homicidios comunes, mas no en cuanto a las personas fallecidas a manos de la delincuencia organizada. Las organizaciones criminales siguen operando porque los mercados ilícitos siguen representando un amplio margen de ganancias. El crimen se transforma y se adapta, también, a la digitalidad. 

El ejercicio de transparencia que emprende la fiscalía deberá mantenerse más allá del horizonte de los próximos tres meses o se quedará en un mero ardid electorero. También será necesario que la disponibilidad de la información presentada sea abierta, que las bases de datos de esas cifras se liberen para consulta pública y que la agenda informativa se ajuste a las necesidades de la sociedad. Y que su ejercicio se extienda a todas las dependencias de seguridad, empezando por la siempre opaca Policía Metropolitana. 

Twitter: @levario_j

jl/I