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Periodismo y fuentes informativas del poder

La relación de los periodistas con fuentes informativas (personajes, instituciones, dependencias, organismos) no suele resultar fácil si los primeros son críticos, si cuestionan a grupos de poder, si investigan a fondo, si buscan información de calidad, si revelan situaciones de interés público y se rebelan ante la normalidad política que beneficia a unos pocos. La relación es profesional, pero desde los pináculos de los organigramas o jerarquías la asumen personal, y reaccionan contra el periodista y/o el medio informativo. Presionan, amenazan, seducen, compran o atacan. Cuento unas pocas anécdotas, a propósito de lo sucedido a cuatro buenos reporteros recién despedidos de MVS, con quienes me solidarizo. 

1. El dirigente político saludó con tal efusividad un encuentro casual que quien lo atestiguara diría que ambos, periodista y líder partidista, eran súper cuates. “¿Cómo estás, amigo?”, dijo y me abrazó con fuerza y palmoteos en la espalda. Transcurrieron quizá unos tres años. Una fuente confiable me narró que mi saludador amigo, había pedido mi cabeza al director del medio. Molestaban mis notas. Irritaban. El director nunca me lo dijo. No importaba, pues no cedió a las presiones. 

2. En plena campaña electoral, un candidato opositor declaró en contra de uno de los líderes políticos de un grupo de poder en Jalisco. La nota se subió a la web, pero la declaración crítica se puso párrafos abajo. Al leerla, pedí que la pusieran en la entrada y la subieran de nuevo. Así se hizo. Menos de 20 minutos después, iracundo, rabiando, un alto directivo me reclamó por qué se cambió el sentido del texto. ¿Quién era ese güey que declaró como para darle espacio? Reveló que le habló vía telefónica el personaje aludido; o más bien, le ordenó actuar. La nota desapareció de la red. Hay oficinas de comunicación social que monitorean, protegen al patrón y éste decide editorialmente en algunos medios. La relación publicitaria es poderosa. 

3. “Todo lo que escribiste es una pinche mentira; te puede ir mal, cabrón”. La amenazante voz brotaba del auricular nerviosa, rabiosa. Lo imaginé acariciando un arma. “¿Quién te dio esa información?”, espetó. Respondí. No me creyó. Le pedí me diera su versión; si no la tenía era porque resultaba imposible localizarlo. “¡Al rato te hablo! Me están persiguiendo”. Horas después llamó a la sala de redacción el personaje ligado a un grupo criminal. Habló y habló, siempre justificándose. El periódico le dio dos planas. Confirmó todo lo publicado, sólo que me quedé corto: lo que informé tenía un alcance o dimensión mucho mayor. La paranoia alimentó mis protocolos de seguridad más de tres meses. 

4. Oficinas de comunicación social tienden a elaborar perfiles de los reporteros. Que si es neutral, está en contra o a favor del jefe, alguien con poder, recursos, gente a su mando. Clasifican, dizque analizan y justifican su trabajo. Ex periodistas que eran críticos, ya puestos en otros espacios no mediáticos, a veces, no todos, son acérrimos adversarios o críticos del gremio, de sus ex compañeros y/o de los medios. Están al servicio de las fuentes. En los cuartos de guerra, como el que organizó la administración estatal anterior, eran tan burdos los perfiles, tan malhechos, que daban pena. A gobernadores, alcaldes y otros les venden especulaciones. Todavía sucede. 

5. El personaje me pidió salir de la sala de redacción. Quería mi opinión de un director de comunicación social. Di mi punto de vista, en lo que aparentemente era una charla casual. Después de la conversación caí en cuenta que la grabó, sin decírmelo, a escondidas. El botón en su camisa era un micrófono. Al ex director tengo años sin verlo. 

Cada periodista acumula un rosario de anécdotas con las fuentes. Hay de todo. 

Twitter: @SergioRenedDios

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