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La gente está enamorada

No hay otra forma de explicarlo. La gente, al menos uno de cada dos votantes en México, está enamorada del presidente López Obrador. Y por eso terminará votando por su partido. 

Como siempre, cada elección tiene muy poco que ver con un racionamiento lógico e informado. Muy poca parte de la población en el país se preocupa por darle seguimiento a la discusión pública, a la política y a la economía nacional. 

Lo que hay en general es un conjunto de emociones que no piden racionamientos ni argumentos. Mucho menos datos económicos o estadísticos. Justo como un enamoramiento. La gente en general no escucha ni entiende razones. 

La gente está enamorada. 

Es por eso que no importa la forma en la que se comunique lo mal que va la economía nacional o las causas y consecuencias de la destrucción de la confianza en la inversión productiva, en el empleo y en el ingreso de las familias. La gente no escucha. 

En varias ocasiones que he tocado el tema con familiares, compañeros o amigos; es increíble el grado de fe que algunas personas le profesan al presidente y a su gobierno. Personas que normalmente consideraríamos educadas y con una formación favorable a un análisis más crítico. 

No es así. 

El tamaño de la desinformación y de la propaganda distribuida por el gobierno es aplastante. Pero no solo triunfa por su enorme presencia, sino también por su gran virtud: su simpleza. 

El argumento es tan simple que todo mundo lo puede entender: “El problema de México es la corrupción que el presidente está combatiendo”. 

Si usted menciona que la economía va mal y que la generación de empleos es la más débil desde hace más de 10 años o que la recuperación económica se llevará todo lo que resta del sexenio, simplemente usted es un “corrupto enemigo de la lucha contra la corrupción”. 

Entonces, el dato no importa. 

Lo que importa es creer y apoyar que efectivamente se está dando “una transformación profunda en las bases del país”. La cual no existe. 

Lo que sí hay son datos oficiales e información que muestran una destrucción de la confianza, que se traduce en bajos niveles de inversión y en un pobre crecimiento económico que no sirve para generar empleos o subir los ingresos. 

El gobierno del presidente López Obrador será un gobierno perdido en lo económico y empobrecedor en lo social. Porque no importa cuánto haya subido las pensiones para los adultos mayores o cuántas becas entregue a los estudiantes. El nivel de pobreza, que venía bajando en México desde 2009 y hasta 2018, volverá a subir. 

Increíble contradicción de un gobierno que en el discurso no dejó de repetir que “primero los pobres” será uno de los mayores creadores de pobreza que hayamos tenido. 

Sin confianza no hay inversión. Y sin inversión no hay crecimiento económico. Y sin crecimiento no habrá empleo ni aumento de los ingresos. Pero la gente está enamorada y, por lo tanto, vota con el corazón. 

Y como siempre que ha habido un enamoramiento con un gobierno habrá una fuerte decepción amorosa. 

*Economista, profesor en la Universidad Panamericana en Guadalajara

Twitter: @Israel_Macias

jl/I