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Los niños y los ancianos son nuestros

Estoy convencido de que los niñ@s y los ancian@s son nuestros, es decir, son responsabilidad de la sociedad entera y tod@s debemos cuidarles. Me consterna enterarme que lo mismo de África hacia Europa que de Centroamérica y México hacia los Estados Unidos, niñ@s, ancian@s y familias enteras corren el riesgo de encontrarse con la muerte cuando su sueño era mejorar las condiciones de la vida que ahora tienen. 

Si no hay inversiones productivas que generen mejores ingresos y posibiliten una vida digna y de mejor calidad para los países de África, América Latina y los llamados países subdesarrollados o emergentes, las personas seguirán deseando emigrar hacia lo incierto, hacia el riesgo, hacia la muerte. Pero no es mejor alternativa pedir que las personas permanezcan en sus países, como lo afirmó recientemente Biden, mientras las condiciones de desigualdad, inseguridad, violencia o represión se mantienen. 

¡Qué futuro espera a los 800 niños que fueron encontrados a la deriva en las aguas del Mediterráneo, algunos acompañados por sus padres; otros totalmente sumergidos en el mar de la incertidumbre y el desamparo! Más cerca de nosotros, podemos preguntarnos por qué hay tantos “menores no acompañados” que cruzan ilegalmente el muro, la playa o la frontera con Estados Unidos, tratando de reencontrarse con sus padres o familiares y tampoco gozan de la protección y el apoyo de sus gobiernos de origen. 

En México, durante marzo de 2021, la cancillería reconoce mil 800 niños migrantes, en tanto que la Secretaría de Gobernación registró que 18 mil 890 menores cruzaron la frontera hacia los Estados Unidos. El UNICEF informó el paso de 380 niños migrantes a Estados Unidos en enero y a lo largo del primer trimestre del año el registro fue de 3 mil 500. (BBC Mundo 08/04/2021). 

Más allá de quien tenga los registros más confiables, el hecho es que al inicio de la pandemia los flujos migratorios habían caído, pero en el primer trimestre de 2021 se reactivaron a pesar de las restricciones sanitarias. Tanto en Europa como en América del Norte, las sociedades y los gobiernos más desarrollados se ven exigidos a hacer algo bien coordinado y eficaz para desalentar una migración que encierra innumerables riesgos y ofrecer alternativas frente al problema. Justo sobre ello se debatió en la reunión del Pacto Mundial de la Migración Segura. 

Generalmente se toman medidas urgentes para resolver las manifestaciones inmediatas del problema y resolver una situación crítica, pero poco se va a fondo y se llega a proponer algo más que medidas asistenciales. En Europa se construyen nuevos albergues, pero sólo beneficiarán a 30 por ciento de la población migrante. En México, los albergues sirven de refugio para migrantes en tránsito y en Estados Unidos se han adecuado nuevos sitios para acoger a un número creciente niños y adolescentes. 

Pero más allá del apoyo puntual, cada país y región tendrá que pensar y activar políticas públicas que ataquen la raíz del problema, es necesario que los países y las organizaciones mundiales apliquen inversiones y desarrollen proyectos productivos orientados a mejorar la vida de las familias, el desarrollo de las regiones sumergidas en la pobreza y a promover la convivencia de padres e hijos en una etapa tan importante en la formación y crecimiento de los pequeños. Alternativas de trabajo, empleos diversos y bien remunerados en las regiones de origen ayudarían a padres e hijos a permanecer unidos y en sus comunidades. Los beneficios han de sentirse de manera tal que desalienten a niños, jóvenes y a las familias enteras a emigrar y a correr riesgos que resulten demasiado altos. 

*Profesor investigador del ITESO 

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