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Lo que ha de importar en las contiendas

Lo que requiere una democracia como condición es la posibilidad de competencia entre partidos con presencia y fuerza en un territorio, sea un municipio, un estado o un país. A la base de esas opciones han de existir proyectos a partir de los cuales se debatan ideas, propuestas y se abran las posibilidades reales para que los ciudadanos participen en la vida pública y enriquezcan la vida cívica. 

En Jalisco, a partir de 1995, y en el país entero, el 2000, son años que marcaron la posibilidad real de la alternancia política. Pudimos elegir gobiernos de distinto signo político y no se cayó el país. Con este avance los ciudadanos pudimos constatar que no bastaba la alternancia; se requería de verdaderas alternativas de gobierno, de manera que con propuestas de gestión y la evaluación del desempeño de los gobernantes que fuimos eligiendo, pudimos avanzar a diferentes ritmos en la consolidación de nuestra vida democrática. 

Hoy la pluralidad es parte de nuestra vida política, aunque siempre existe el riesgo de regresar a lo que creíamos superado. Debatir ideas, el fortalecimiento de las instituciones democráticas y la participación de los ciudadanos han propiciado que se postulen mejores candidatas y candidatos a puestos de elección y de representación. 

En contraste, para la coalición formada por PAN, PRI y PRD el énfasis estuvo en cuajar una alianza que posibilitara restar poder al presidente con una representación menor de Morena y sus aliados en la Cámara de Diputados. Morena ha centrado su campaña en mantener su mayoría y el poder presidencial. Ha sido lamentable constatar en las campañas que no se debaten las agendas legislativas, que incluyan los intereses de los ciudadanos, que no haya siquiera ejes de debate que impulsen un proyecto de nación que responda más a las necesidades de los mexicanos, que a los intereses de las élites políticas. 

Las recientes elecciones se anunciaron como las más grandes de la historia, y lo fueron. A partir de los resultados se definirán 21 mil 368 cargos de elección popular y 15 gubernaturas, serán renovados 30 congresos locales; es decir, mil 63 diputados estatales; además de mil 926 ayuntamientos y juntas municipales. Pero lamentablemente las campañas quedaron muy cortas en términos de apertura al debate de ideas, de proyectos y demasiado marcadas por la confrontación y la violencia. 

La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ha insistido reiteradamente que “la violencia registrada en los últimos meses contra aspirantes y candidatos no tiene motivaciones electorales”. Hay condiciones para una jornada electoral pacífica (Animal Político, 03/06/2021). Sostuvo que primero están los conflictos territoriales y de viejas demandas sociales, en el medio rural y en comunidades originarias. Pero ante la justificación de la secretaria, cómo podemos explicarnos que en abril se contabilizaran 70 personas asesinadas, vinculadas a las campañas electorales. En mayo la cuenta oficial sumaba 80 víctimas, de las cuales 32 eran candidatos o aspirantes. Ojalá que la cuenta de los violentados y asesinados no se incremente durante la jornada electoral o al recibir las constancias que acreditan a los ganadores. 

Cuando éramos niños, nuestros padres y abuelos se jactaban de que las jornadas electorales transcurrieran sin violencia, zafarranchos o balazos, como en el pasado. Da pena constatar que hoy las notas más importantes de los informativos y la prensa se relacionen con la violencia sufrida por candidat@s y ciudadan@s en medio de las campañas. Poco ha quedado de los proyectos y propuestas. ¿Podremos recuperar las posibilidades del debate de ideas y la competencia política, sin el miedo de que la violencia sea un componente más en las contiendas? 

*Profesor investigador del ITESO

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jl/I