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Nostalgias sin autocrítica

En el Congreso local arrancó la temporada de nostalgias debido a la conclusión de la Sexagésima Segunda Legislatura, y siempre, cualquier final, mueve las entrañas. 

Durante la semana comenzaron a ocurrir las últimas sesiones de comisión, las últimas reuniones de bancada, las últimas entrevistas, las últimas fotos y las últimas palabras como diputados locales. 

Ya se les vio por aquí y por allá tomándose fotos de despedida, agradeciendo el trabajo conjunto, el presidir la mesa de trabajo o el estar ahí para ser escuchados y elogiarse mutuamente. 

Incluso, ya se llegó a ver aquellas comisiones que cierran su última sesión sin ningún tipo de agradecimiento por las diferencias con el titular o por las pugnas en los temas que se trataron; ahí no hay fotos ni palabras. 

Muchas nostalgias y pocas autocríticas. ¿Cuántos diputados salientes hicieron un balance de lo que hicieron, lo que lograron, lo que cumplieron?, ¿a cuántos les preocupa si cumplieron sus promesas de campaña?, ¿si lograron convencer al otro con diálogo y respeto?, ¿cuántas iniciativas de ley presentaron? 

Pero lo más importante sería saber: ¿cuántas veces un diputado votó por un sentido que no quería y no reclamó? Simplemente aceptó el mandato porque sabe que debe seguir las voluntades de la mayoría de su partido; y en ese supuesto, ¿cuántas veces intentó convencerlo en el camino que consideraba más correcto? 

Y si hablamos de nombramientos, ¿en cuántas ocasiones votó convencido del perfil idóneo para el cargo?, ¿revisó la trayectoria?, ¿participó en las entrevistas para escucharlos de viva voz y percibir cómo se expresan? Y, ¿discutió al interior de la bancada sobre cuál era la mejor candidata o candidato? 

O fue de los que esperó que le dijeran el nombre que debía cruzar en la boleta y que el día de la sesión tenía que sacar el papelito para no equivocarse o ver la imagen en el celular. 

¿Y sabía cuáles eran las funciones principales que debe desempeñar o el peso que tiene el futuro funcionario político en sus hombros? Porque suele pasar que ni siquiera distinguen a las dependencias en cuanto a lo que les toca hacer y simplemente esperan toda directriz de su coordinación. 

Muy pocas veces escuchamos a los diputados locales reflexionar su voto en tribuna, de manifestar sus puntos de vista cuando no iban acordes con la mayoría y justificaba el porqué era la minoría. Y mucho menos vimos en sus redes sociales la explicación del porqué votar por uno y no por otro o qué lo convenció del aspirante. Casi siempre hubo mutismo y ganas de perderse entre la manada de legisladores. 

También debe ejercerse la autocrítica en cuanto a sesiones de pleno, pero sobre todo de comisión, porque aquí es donde más faltan sin razón aparente, y también se identifica de manera recurrente a quienes tienen esta costumbre y nada pasa. 

Debido a que la falta a sesiones de pleno podría ser recurrente se puso en la Ley Orgánica del Poder Legislativo descontar el día si se falta de manera injustificada, pero ¿quién honestamente pide el descuento porque prefirió una actividad de su partido o familia? En la actual legislatura parece letra muerta. 

Los actuales diputados se despiden con la toma de fotos, con los abrazos, con las palabras de “bien hecho”, de satisfacción por formar parte, y ojalá también nos dijeran la reflexión que hicieron de su trabajo, que públicamente comentaran sus estadísticas con ojo crítico, sus yerros y sus mea culpa, porque seguramente pudieron haber hecho más y no lo lograron. 

Otros ya se fueron sin reflexión, simplemente brincaron de cargo y dejaron en el olvido sus compromisos en el Poder Legislativo, y hay otros que no quieren irse. Pura nostalgia emocional. 

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jl/I