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'Políticas de final de tubería'

A la par del proyecto de abasto de agua para la Zona Metropolitana de Guadalajara, en el gobierno del panista Francisco Javier Ramírez Acuña se diseñó el esquema de saneamiento de aguas residuales. Para el financiamiento se decidió contratar deuda. 

Así, el 8 de mayo de 2003 el Congreso del Estado autorizó la contratación de un crédito hasta por 6 mil 700 millones de pesos para el proyecto de abasto, a través de un sistema de bombeo y captación de agua del río Verde, y para el saneamiento, con la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales en Agua Prieta, Coyula, Puente Grande, Santa María Tequepexpan, Aeropuerto y Río Blanco. 

En ese momento se dijo que era la solución definitiva a estos dos problemas de la ciudad. Pero ninguno de los proyectos se concretó. Mientras que para el abasto se cambió la captación al río Santiago para determinar la construcción de una presa en el punto conocido como Arcediano, que luego se cambió por El Zapotillo y actualmente está en el limbo, el saneamiento, ya en el gobierno de Emilio González quedó en dos plantas: la de El Ahogado y la de Agua Prieta. 

La historia se puede resumir en esos breves párrafos, pero en realidad son 19 años de retrasos, corrupción, fallas, movilizaciones sociales y, sobre todo, muchos problemas de salud y muertes. 

El mismo año en que la planta de tratamiento de El Ahogado fue inaugurada nos dimos cuenta de que estaba muy lejos de ser la solución a la contaminación de la cuenca. Las razones las han mencionada una y otra vez los especialistas en temas de agua, como el director del Observatorio Ciudadano para la Gestión Integral del Agua, Juan Guillermo Márquez, así como los habitantes de las diferentes comunidades en torno al río Santiago: no se resuelve el problema que generan las descargas industriales y no se separan las descargas domiciliarias de las aguas pluviales, por lo que cada temporal la planta se ve rebasada. 

Las soluciones que han proporcionado dos gobernadores panistas, Francisco Ramírez Acuña y Emilio González Márquez; un priista, Aristóteles Sandoval Díaz, y ahora el emecista Enrique Alfaro Ramírez, fueron definidas de una manera clara por Alan Carmona, representante de la agrupación civil Un Salto de Vida: “Son políticas de maquillaje, políticas de final de tubería”. 

El jueves de la semana pasada el gobernador Enrique Alfaro Ramírez envió al Congreso del Estado su propuesta para ampliar la planta de tratamiento de aguas residuales de El Ahogado, para incrementar su capacidad en mil litros por segundo más, para lo cual se invertirían mil 157 millones de pesos. Solo como referencia, la construcción de la planta costó 858 millones de pesos y, según la misma iniciativa del gobernador, sirve para tratar 2 mil 250 litros por segundo. Ya desde el costo se generan las dudas. 

El 31 de mayo el gobernador subió un video a sus cuentas de redes sociales en el que, con su tradicional tono agresivo, aseguró que “mientras unos ya se dedican solo a la grilla, nosotros seguimos concentrados en trabajar y cumplir”, para luego anunciar el proyecto de ampliación de la planta de tratamiento de El Ahogado. Es decir, una obra que ya existe. 

Según el gobernador, con esta obra, que además de la inversión implicará la apertura de un crédito por 5 mil 276 millones de pesos, cuyos derechos se entregarán a la empresa que la administrará, se llegará a 80 por ciento de saneamiento en el contaminado río Santiago. 

Como sus antecesores, Enrique Alfaro cree que resuelve el problema. Y sí, sin duda su proyecto podría ser un avance, pero el problema de fondo, la contaminación industrial, la que mata, ahí sigue. 

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