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Muros que recuerdan

Al no nombrarles, nosotras mismas les desaparecemos, señaló una integrante del colectivo Por Amor a Ellxs en el marco de la inauguración del nuevo mural Hasta encontrarles, donde este domingo se pintaron los nombres de personas desaparecidas. La iniciativa abona a la visibilización de la grave problemática de desaparición en Jalisco, pero sobre todo honra la memoria de las personas desaparecidas, y por mucho que se minimice, silencie o invisibilice su ausencia, es un acto para recordar sus historias y, con enunciar sus nombres, abonar a su presencia ante la sociedad.

En varias leyes que recientemente se lograron a partir de esfuerzos de las víctimas se reconoce el derecho a la memoria y reivindicación de la dignidad humana, sin embargo, en la práctica la garantía de este derecho ha sido impulsada desde abajo sin que haya iniciativas institucionales que las impulsen o respalden.

Ante la violencia generalizada en la entidad han aumentado los reclamos sociales y las acciones para preservar la memoria y dejar huellas en espacios públicos. De los actos de memoria en Jalisco podemos destacar la Glorieta de las y los Desaparecidos con decenas de rostros de personas que no están, el nombramiento de la Plaza Imelda Virgen con la antimonumenta “Ni perdón ni olvido, memoria, verdad y justicia. No más feminicidios”, o el mural pintado como muestra de resistencia en la lucha por la justicia ante la muerte de bebé Tadeo y su mamá Elizabeth en el marco de los hechos violentos ocurridos en mayo de 2018.

Para rescatar la memoria y reflejar la lucha de víctimas, ante la magnitud de la problemática y negligencia institucional, se han construido espacios en los lugares públicos cada vez más visibles. Aun así, la respuesta ha sido dañar, borrar, pintar o retirar en la oscuridad, y por ende reprimir la lucha contra el olvido.

Como ejemplos podemos mencionar el retiro del mosaico con el rostro de Óscar Antonio de las instalaciones de la Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas en 2018 o el ejemplo más reciente del arranque de las fichas de búsqueda pegadas por el colectivo Luz de Esperanza en el Centro de Guadalajara. En ambos casos, las autoridades no sólo fallaron en cumplir con sus deberes de encontrar a las personas desaparecidas, también trataron de acallar y desaparecer la memoria sobre ellas del espacio público.

Además, cabe recordar que el mural que impulsa el colectivo Por Amor a Ellxs no es su primer espacio de memoria. En noviembre del año pasado, un día posterior a la visita en Guadalajara del Comité de las Naciones Unidas contra la Desaparición Forzada, su mural fue brutalmente vandalizado. Sobre esta situación incluso el propio comité en su informe final expresó su profunda condena por destruir un lugar de esta naturaleza.

Los actos de memoria materializan la exigencia de la verdad y justicia, y para los casos de desaparición de personas, también se convierten en herramientas de búsqueda. En un país en estado de descomposición, como México, nos faltan miles de muros más para nombrar a todas las personas que nos hacen falta, y que nos recuerden que en cualquier momento podemos ser víctimas de violencia si no comenzamos a indignarnos y tomar acciones desde la sociedad.

La apropiación de espacios públicos permite crear conciencia social sobre el pasado, resignifica el dolor y el amor que no se puede borrar, pero también nos recuerda que la lucha sigue, y no parará hasta que se logre justicia y hasta que “la dignidad se haga costumbre”.

El olvido ya no es admisible. Recordemos, y que los únicos muros que construyamos sean muros de memoria y verdad.

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