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Los feminicidios y la paz 

Primero le aventaron cloro en el pecho, luego pintaron amenazas de muerte en muros cercanos a su vivienda y finalmente la quemaron viva. Luz Raquel Padilla Gutiérrez solicitó ayuda a las autoridades, pero su petición no fue atendida. 

De acuerdo con la información que se ha dado a conocer, la mujer, madre de un niño con autismo, fue rociada con gasolina en un parque de Zapopan el 16 de julio por algunos hombres y una mujer que después le prendieron fuego. Luz fue trasladada al Hospital Civil donde murió el martes. 

Ella había pedido auxilio a la Fiscalía, al gobierno del estado, al Centro de Justicia para las Mujeres y a la Policía de Zapopan, a la que solicitó que la integraran al programa Pulso de Vida (que incluye un botón de pánico de los que se entregan a mujeres en riesgo), pero no se lo concedieron. Tampoco se tomaron medidas cuando aparecieron las pintas amenazantes cerca de su domicilio. Una de ellas decía: “Te vamos a quemar viva”. Y así fue. 

En la misma semana se publicó información relevante sobre otro caso de feminicidio. El lunes pasado se dieron a conocer los resultados de una tercera autopsia al cuerpo de Debanhi Escobar, la joven cuyo cadáver apareció el 21 de abril en la cisterna de un hotel de Monterrey, luego de permanecer desaparecida desde el día 9 de ese mes. 

Los resultados de este tercer estudio indican que la causa de muerte fue “asfixia por sofocación en su variedad de obstrucción de orificios respiratorios”. El informe echa por tierra la versión oficial de las autoridades de Nuevo León que afirmaron que la víctima murió ahogada en la cisterna del hotel. Muestra también la incapacidad y/o la negligencia de quienes han tenido a su cargo la investigación. 

Estos dos casos han adquirido especial notoriedad por las circunstancias en que murieron las víctimas y por la negligencia de las autoridades. Pero no son los únicos. El mes pasado se registró un promedio de tres feminicidios por día. 

Junio ha sido el mes con el número con el mayor número de feminicidios en lo que va del año. Sumaron 89 en el país, según las cifras oficiales dadas a conocer la semana pasada. De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante 2021 hubo mil 016. En agosto del año pasado se alcanzó la cifra máxima con 112 casos. 

No es casual que la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Inegi, que se dio a conocer el martes anterior, indique que 73 de cada 100 mujeres mayores de 18 años se sientan inseguras en las ciudades que habitan. 

Es urgente revisar los mecanismos de protección a las mujeres que no están dando los resultados esperados. Nunca como ahora existen dependencias, leyes y presupuestos destinados a ello que no han logrado siquiera contener el problema. Es indispensable enfocar los esfuerzos en las acciones que realmente repercutan en una mayor seguridad para las mujeres. También es fundamental incorporar en las dependencias no especializadas en el tema la perspectiva de género. A la par hay que seguir insistiendo en procesos educativos que favorezcan la inclusión y la equidad. 

Sin embargo, nada será suficiente mientras vivamos en un contexto de violencia generalizada donde se lastima y se asesina impunemente a niños, jóvenes, mujeres y hombres. A periodistas, sacerdotes, defensores de derechos humanos y médicos, entre muchas otras personas. Es necesario impulsar y articular los esfuerzos de pacificación que se generan desde la sociedad civil. Queda claro que para una buena parte de las autoridades la seguridad de las personas y la paz con justicia no son una prioridad. Frente a ello, las iniciativas de la sociedad organizada pueden comenzar a generar algunas alternativas, como se ha hecho antes con otros temas. 

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