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Fuga del #Chapo desnuda la realidad de México

Se fugó El Chapo Guzmán. Otra vez. Lo que arrogantemente llamamos imposible sucedió y todavía no nos termina de caer el veinte de las consecuencias que esto tiene.

Con un recorrido subterráneo de 1.5 kilómetros cubierto hasta la náusea por los medios de comunicación, el narco más notorio del mundo desde Pablo Escobar degradó la imagen internacional de México a un nuevo mínimo y dio un golpe fatal a la ya muy debilitada credibilidad del gobierno de Peña Nieto.

Las redes sociales globales explotaron desde el fin de semana agitadas por lo que el periódico norteamericano The Guardian llamó “la fuga del milenio”. Como pasa con cada trending topic, encontramos de todo, desde los memes con los que disfrazamos de humor lo que en realidad nos avergüenza, hasta piezas periodísticas serias que apuntan a la pregunta que todos tenemos en la cabeza: ¿cómo es posible que pase algo así en este país que aspira a ser un jugador relevante en la arena internacional?

El Chapo desnudó la realidad de México ante el mundo: un país corrupto hasta la médula en el que ya no sabemos dónde está el límite entre las instituciones formales y las criminales, en el que la mayoría de los mexicanos no podemos distinguir si lo que nos dicen es verdad o es una historia ficticia para ocultar que los que ejercen el poder se están burlando de nosotros; un país en el que el criminal más buscado puede comprar absolutamente cualquier cosa y a cualquier persona, como cierra tajantemente un artículo de The New Yorker publicado el domingo.

Es doloroso repasar lo que circula en las redes. Un Peña Nieto en 2014 declarando que sería imperdonable que El Chapo se volviera a escapar, un Murillo Karam anunciando burlón el año pasado que la extradición del Chapo a Estados Unidos podría suceder en 300 años y que México podía encargarse solo, numerosos analistas asegurando que la fuga es resultado del incumplimiento de un pacto entre el gobierno y el narco… lo que implica la dura realidad de que el gobierno no tiene la suficiente solidez estructural para asegurar el estado de derecho y necesita apoyarse en las estructuras criminales para poder gobernar.

México hoy está desnudo ante sí mismo y ante el mundo, y ya no podemos hacernos tontos y seguir andando como si estuviéramos vestidos, al estilo del cuento del traje nuevo del emperador. Ya nadie se va a creer más historias falsas, porque el problema está a la vista de todos. A este gobierno ya sólo le quedan dos alternativas: hacer del problema de la corrupción, la impunidad y el estado de derecho su máxima prioridad y que se note que están picando piedra para resolverlo o admitir su derrota y hacerse a un lado para que alguien más aborde el problema.

Si no toman en serio esta disyuntiva, nadie va a recordar este sexenio por las reformas, sino por la ineptitud ante los verdaderos problemas del país. Porque, de qué sirve una reforma energética si no podemos demostrar un clima de seguridad a los potenciales inversionistas petroleros; de qué sirve una reforma educativa si no podemos poner en orden a grupos chantajistas de maestros convertidos en anarquistas; de qué sirven reformas en competencia económica si los que cobran impuestos y permiten la operación de Pymes son los narcos.

Vienen a la mente las palabras valientes de Alejandro Martí en 2008 ante los tres poderes: si no pueden, renuncien.

 

@ortegarance

 

/guillermoortegarance

 

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